Imagen referencial. Jóvenes no pueden pagar los créditos que hicieron en Ecuador para realizar sus estudios. Foto: Archivo/EL COMERCIO
Fabricio es profesional. Tras graduarse en una universidad de Quito, decidió perseguir su sueño de viajar al extranjero y estudiar una maestría.
Para cumplir su meta, el joven pidió un préstamo educativo en el 2015 al exIECE (Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo).
Al regresar de sus estudios Fabricio esperaba conseguir un trabajo fijo para pagar la deuda del crédito, sus gastos personales y los de su hijo, pero hasta ahora no consigue un empleo fijo en su especialidad.
Esta es su historia:
“Me gradué como licenciado en Comunicación Social en el 2014. En ese tiempo no encontré trabajo en mi profesión, por lo que decidí estudiar una maestría en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), en Argentina.
A inicios del 2015 pedí un préstamo educativo de USD 18 000, a 13 años plazo, cuando existía el Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo (IECE). Pero el desembolso demoró y yo ya tuve que viajar a Argentina en febrero de ese año para iniciar mis estudios.
Viví de préstamos que me hicieron amigos y mi familia. También tuve que laborar en trabajos esporádicos. Esperé varios meses hasta que en octubre del 2015 me aprobaron el financiamiento y al fin pude contar con esos recursos. La universidad es pública y casi todo es gratuito, pero necesitaba dinero para pagar mis gastos de estadía, que eran costosos. Entre los pasajes, la alimentación y el arriendo de un cuarto destinaba USD 400 al mes el primer año y el segundo, USD 550 porque todo subió de precio. Los pasajes de avión a Argentina fueron los más caros.
La carrera duraba dos años. En el 2017 regresé a Ecuador por el tema de la tesis, por ser un tema específico del país. Este era un requisito que necesita cumplir antes de graduarme, y porque quería aportar al país con los conocimientos que desarrollé. En esa época comenzó a correr el año de gracia del préstamo, tiempo en el cual se suponía que debía conseguir un empleo.
Mi deuda era con el Banco del Pacífico, el cual pasó a administrar la cartera del exIECE, actualmente llamado Instituto de Fomento y Talento Humano. Mientras terminaba la tesis busqué trabajo. Esperaba poder conseguir un buen empleo tras haber egresado de la UNLP, pero fue toda una odisea. He aplicado a decenas de trabajos y he asistido a unas 10 entrevistas en empresas e instituciones en este año y medio. Apliqué incluso a todas las convocatorias del sector público que se publicaron el año pasado, pero éramos 300 o 500 personas las que buscábamos el mismo puesto. Para entonces, el Instituto de Fomento y Talento Humano comenzó a exigirme que presente el título y el Banco del Pacífico empezó en el 2018 a cobrarme el préstamo.
El tiempo aprobado para hacer la tesis era de un año. La tesis para mí era una mención importante en mi currículo y no cualquiera lo puede conseguir. Sin embargo, pese a haberla terminado a tiempo la defensa de tesis se dio en el 2019 porque Argentina entró en recesión y esto afectó directamente la cotidianidad de la universidad pública.
En todo este tiempo solo he tenido trabajos esporádicos que duran uno o dos meses. La forma que encontré para pagar la deuda del exIECE, el arriendo y los servicios básicos fue pedir prestado el auto a mi mamá y dedicarme a ser conductor de Uber. Además, tengo un hijo pequeño que mantener.
A veces trabajo con un amigo que tiene una empresa de enlatado de cervezas artesanales y otros cargos esporádicos, pero nunca es fijo y por eso me toca volver a Uber. Las cuotas mensuales del préstamo son de USD 270. Algunos meses no me alcanza el dinero y lamentablemente me atraso un mes o dos en los pagos. Me toca pedir prestado a mi mamá o a mis hermanos para pagar la deuda o el arriendo. La tasa de interés por la mora y los gastos administrativos de cobranza elevan el monto de la cuota que debo cancelar para estar al día.
Me faltan 11 años más para terminar de pagar esa obligación. Adquirir una deuda para estudiar resulta caro y riesgoso, y a las instituciones no les importa las situaciones no previstas que pueden pasar y que se salen de las manos del estudiante. Por esa razón, yo creo se debería prever estos problemas a fin de que la banca pueda dar un plazo más amplio a los estudiantes para pagar la deuda o que les bajen los intereses”.
Anuncio de reestructuración
El pasado 10 mayo del 2019, durante una visita a Guayaquil, el presidente de la República, Lenín Moreno, pidió a las autoridades de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), que se emprenda un proceso para condonar los intereses de los créditos estudiantiles a jóvenes que accedieron a estos recursos durante el Gobierno anterior y que tienen problemas para afrontar estos compromisos.
Moreno además pidió al ente que la deuda capital de estos créditos tenga un plazo de 2 a 4 años para ser pagada hasta que los jóvenes tengan un trabajo estable y puedan ubicarse económicamente.
El Gobierno está trabajando en este mecanismo, en coordinación con varias entidades, como la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera, Senescyt y el Instituto de Fomento al Talento Humano. Se espera que en julio el Ejecutivo dé a conocer las condiciones y cambios con los que operará el beneficio.