Carlos III es desde el 8 de septiembre, el monarca de los británicos. Su llegada al trono ocurre a pocos meses de que cumpla los 74 años y luego de décadas de espera y dudas acerca de si llegaría a ser coronado alguna vez. La fortaleza y determinación de su madre (Isabel II), fallecida a los 96 años, junto con problemas y escándalos en los que se ha visto involucrado alargaron la llegada de este momento.
Nacido el 14 de noviembre de 1948 en el hogar de Isabel II, entonces aún princesa de Gales, y el príncipe consorte Felipe de Edimburgo, se suponía desde siempre destinado a suceder a la reina. Para ello fue educado en las mismas escuelas que su padre y asistió a clases en Australia. Tras graduarse con un título en artes en el Trinity College, sirvió en la Marina Real británica entre 1971 y 1976. Además, cumplió paso a paso con los protocolos monárquicos de su país, con miras a su conversión en Rey. Esto incluyó su nombramiento como Príncipe de Gales el 26 de julio de 1958.
En los años 70, se convirtió en el joven más fotografiado del mundo, pues los paparazzi y las revistas de corazones lo consideraban el soltero más codiciado. En ese contexto conoció a su actual esposa, Camilla Shand, entonces casada con un oficial militar y, por tanto, inadecuada como pareja del futuro monarca a ojos de la familia real.
El efecto Diana
Compelido a casarse y dar un heredero a la corona, en 1981 contrajo matrimonio con lady Diana Frances Spencer, en un evento mediático transmitido vía satélite. El carisma de su joven esposa, conocida como Lady Di, opacó la anterior popularidad del nuevo monarca. Eso, junto al hecho de que nunca logró olvidar a su eterno amor, Camilla, dañaron la relación de la pareja. Y a pesar de haber tenido dos hijos: Guillermo y Enrique, Carlos y Diana se separaron en 1992 y se divorciaron en 1996, luego de que se revelaran infidelidades por parte de ambos esposos.
El cariño de la gente por la llamada ‘Princesa del Pueblo’ hizo que se responsabilizara de la ruptura mayormente a él, lo que puso en duda si lograría recuperar la aceptación popular para que fuera aceptado como monarca. Esta sensación se acentuó en 1997, cuando Diana murió en un siniestro de tránsito ocurrido en París, lo que desató el fervor popular por ella.
Aquello implicó, según algunas versiones, la idea dentro de la casa real británica de que nunca sería rey y que el trono pasaría directamente a su hijo Guillermo, el segundo en la sucesión. Sin embargo, tras casarse con Camilla en 2005, la pareja transitó al parecer el camino de la redención ante la gente. Ahora, Carlos III tiene la obligación de despedir a su madre y sucederla.