Esta semana llegó a Quito el tren número 13. Fue llevado a los Talleres y Cocheras del Metro, ubicados en Quitumbe, en el sur de la ciudad. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO
Deberán pasar al menos 11 meses para que el Metro de Quito entre en funcionamiento. Édison Yánez, gerente de la entidad, indicó que el sistema iniciará el servicio entre julio y agosto del 2020, siete meses después de lo que la administración pasada lo anunció.
La principal razón para la demora tiene que ver con un retraso en el proceso de operación en donde juega un papel fundamental la contratación de la empresa operadora.
Guillermo Abad, secretario de Movilidad, indica que el operador debió haber sido seleccionado hace ocho meses, pero aún no se lo ha hecho.
Para poder elegir a la empresa que manejará el Metro, es necesario que antes el Concejo Metropolitano trate la ordenanza que plantea un reajuste tarifario al sistema de transporte de la ciudad, que incluye el valor que el usuario deberá pagar para utilizar el Metro.
El tema ha sido postergado desde hace más de un año y medio. Abad espera que la ordenanza sea analizada este mes, para así agilizar la contratación y en un máximo de 90 días, contar con un operador.
Al momento, hay tres empresas internacionales interesadas en asumir ese reto. Se trata de los operadores de Ferrocarriles de Alemania, Barcelona y Medellín.
Las tres, indica Yánez, esperan que se apruebe una política tarifaria que permita que el precio del pasaje del Metro sea manejado por una fórmula técnica que no necesite la aprobación del Concejo para ser aplicado.
Asegura que ningún operador internacional quiere venir a operar a Quito básicamente porque la política tarifaria es manejada través de una decisión política, por lo que es urgente establecer el modelo con el cual se va a regular la tarifa.
Entre los interesados se va a evaluar la experiencia y el grado de riesgos que asuma la empresa (operación, demanda, financiamiento, mantenimiento, entre otros). Una vez que se elija una ganadora, viene la etapa de preoperación que es el tiempo que el operador necesita para poner a punto todos los mecanismos y entrar en funcionamiento. Normalmente dura 14 meses, pero, tomando en cuenta el retraso actual, el Municipio ha pedido que se lo haga en 9.
En esta etapa, se planifican todos los modelos operativos de mantenimiento de trenes, de vías, de estaciones, de alimentación con los modelos de superficie, entre otros.
Yánez indica que tampoco se ha trabajado en el tema de cultura ciudadana, lo que se conoce como cultura metro. Es un proceso a través del cual las personas deben aprender a respetar y cuidar el sistema, y se lo consigue con un trabajo con escuelas, universidades gremios y medios de comunicación. Es clave, dice, crear un reglamento para el comportamiento del usuario. “Si Quito no cambia y adquiere una cultura de respeto, el Metro será destruido en 3 años”.
La obra tiene un 86% de avance, y va acorde con el cronograma establecido. De los 18 trenes que recorrerán las rieles, 13 ya están en Quito. Se espera que hasta septiembre lleguen los cinco restantes.
Al momento, en las 15 estaciones, se trabaja en fase de acabados, iluminación, y colocación de escaleras y ascensores. La obra estará concluyéndose a finales del primer trimestre del 2020. Desde enero, los trenes comenzarían a moverse sobre las rieles en un proceso que se conoce como marcha blanca. En ese período se prueba todo el sistema, el túnel y las estaciones.
Son 18 subsistemas que deben coexistir y operar completamente sincronizados, lo que involucra tener una coordinación completa de todo. Primero se probarán los trenes en un tramo específico, y luego en todo el circuito, lo que se conoce como el carrusel de trenes. Se harán pruebas reales con todos los actores del sistema, antes de habilitarlo al público.
La visión de la Alcaldía es no subsidiar al Metro, y que la tarifa sea real y cubra los costos, por lo que una de las alternativas es generar nuevos ingresos, por ejemplo, con publicidad. La anterior administración había advertido que en las estaciones no se contemplaba el funcionamiento de locales comerciales, sin embargo, al momento se está haciendo una consultoría para aprovechar el tamaño de las estaciones.
No se podrá vender comida, pero sí servicios financieros como cajeros automáticos. “Se hablaba de que el costo del pasaje sería de USD 0,45, pero hemos visto que hay un vacío en el estudio que sustentaba esa cifra y la estamos plantando en USD 0,50. Más no se puede porque excedería la capacidad de pago del usuario y no tendría acogida”, dijo Abad.
Para Diego Hurtado, experto en movilidad, pese a que la obra avanza, faltan proyectos que la complementen, como el estudio de desarrollo orientado al transporte en las cercanías de las paradas, potencializar esas zonas y aprovecharlas.