Los escombros de las construcciones cercanas fueron botados en el trayecto de este autoferro, en El Tambo, en Cañar. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
El autoferro del cantón cañarense de El Tambo fue su principal atractivo turístico hasta agosto del 2015. Desde entonces dejó de operar por una falla geológica, que compromete 10 hectáreas, en el sector de Huayraloma.
La operación empezó el 2009, para rescatar la identidad arqueológica cañari. El primer año transportó 3 000 turistas y el 2014 fueron 12 000, dijo Rafael Ortiz, que era alcalde de El Tambo cuando arrancó el proyecto administrado por Ferrocarriles del Ecuador.
Según él es necesario reanudar la operación, porque esta obra atrajo al turismo, generó emprendimientos -como restaurantes, cafeterías y tiendas de artesanías- y reactivó la economía de las familias.
Sin embargo, Ferrocarriles del Ecuador dispuso el levantamiento y retiro de los rieles. Esa labor se inició el 13 de noviembre en la zona de Romerillo, por parte de una empresa de reciclaje. Eso generó el rechazo de los habitantes y el reclamo de las autoridades.
Dos días después se cumplió una asamblea cantonal y las autoridades y líderes indígenas enviaron comunicaciones a Ferrocarriles pidiendo explicaciones. El retiro de los rieles se suspendió ese mismo día. Ya se había levantado casi 1 kilómetro de los 3 km que tiene el recorrido.
Según el alcalde de El Tambo, Alfredo Pinguil, nunca fueron notificados. “La explicación de Ferrocarriles es que el Gobierno ordenó deshacerse de los bienes improductivos”. La disposición, agregó, era venderlos para chatarra.
El tren llegó por primera vez a El Tambo en octubre de 1830. De eso hay imágenes que muestran el regocijo del pueblo. En el 2009 se recuperó un tramo de 3 kilómetros, entre la Plaza de la Estación y el Complejo Arqueológico de Coyoctor (Baños del Inca).
En la restauración de la locomotora y recuperación de la línea férrea, el Estado y el Municipio invirtieron USD 1,5 millones. La estación está ubicada en un paso obligado hacia Baños de El Inca e Ingapirca.
En la actualidad, por la inactividad del ferrotren, se cerraron 15 tiendas de artesanías y cafeterías De martes a domingo solo abre el restaurante La Estación del Tren, la oficina de información y la casa-museo.
A lo largo de la ruta desapareció casi todo el balastro (ripio) que protegía los rieles. Los durmientes están bajo pozas de agua, maleza o tierra. En el kilómetro 2, sector de Huayraloma, unos 100 metros de rieles están hundidos o levantados y el terreno está fisurado.
Además, uno de los ventanales de la parte trasera de la locomotora está roto. “Alguien lanzó un objeto contundente y provocó este daño”, dijo la moradora María Caguana.
Julia Guamán, de Lluctoloma, quisiera que el tren regrese. Ella recuerda que los turistas llegaban a las casas para comprar golosinas. Se realizaban cuatro viajes al día, en temporada alta, señaló Gloria Pichizada, encargada del Museo ubicado en la estación. La locomotora tiene capacidad para 25 personas. El costo del viaje era de USD 9 para nacionales y USD 11 para extranjeros.
Este Diario buscó más detalles sobre lo que sucederá con este tramo en Ferrocarriles del Ecuador, pero su gerenta, Fabiola Arévalo, dijo que está pendiente del caso, sin precisar qué soluciones aplicarán.
El alcalde Pinguil dijo que Ferrocarriles se comprometió a rehabilitar el servicio e invertirá USD 200 000, entre ambas instituciones. La idea es estabilizar la falla geológica y arreglar la infraestructura dañada.
Según él la falla está casi controlada, porque construyeron una alcantarilla para evacuar las aguas subterráneas. “Pero hay que hacer muros de contención e identificar otros ojos de agua y limpiar la ruta y reponer el balastro”.
Pinguil señaló que en varias ocasiones solicitaron la transferencia del ferrotren para la Municipalidad, sin embargo, Ferrocarriles del Ecuador “no da paso porque argumenta que es un bien patrimonial. No entiendo, si es así, por qué intentaron destruirlo”, agregó.