Debemos saludar la determinación de la Alcaldía de Quito para enfrentar el problema de la movilidad bajo una visión integral. Si bien las administraciones precedentes adoptaron algunas medidas para atenuar el problema del tránsito en Quito, es la primera vez que se busca soluciones radicales y un nuevo modelo de movilidad para la ciudad.
Bajo este esquema, es indispensable que los habitantes asumamos nuestra responsabilidad en el problema y adoptemos nuevas conductas que viabilicen el nuevo modelo y que devuelvan a nuestra ciudad los niveles de calidad de vida que algún día tuvo.
De acuerdo con la información elaborada por la Secretaría de Movilidad de la Alcaldía, existen 415 000 vehículos en Quito, de los cuales un 96,4% son particulares. Estos vehículos representan, sin duda, el factor más importante de contaminación ambiental. Lo más grave, sin embargo, son los índices de mortalidad asociados al tránsito masivo y desordenado de la ciudad. Los accidentes -atropellamientos, volcamientos, estrellamientos, choques, etc.- constituyen la primera causa de muerte violenta en la ciudad (38,5%) seguida, muy de lejos, por los homicidios (17,6%). En otros términos, los conductores de vehículos somos bastante más peligrosos que los delincuentes que asedian la ciudad y aterrorizan a sus habitantes.
No hay duda de que el problema del tránsito de la ciudad obedece a factores estructurales tales como la falta de un transporte público adecuado, el crecimiento exponencial del parque automotor, la absurda independencia de la Dirección de Tránsito frente a la Alcaldía que provoca interferencias, entre otros.
El problema se agudiza por la grave indisciplina de los conductores, su comportamiento agresivo y el incumplimiento de las normas elementales de circulación. La velocidad, el irrespeto al peatón y a otros conductores, el estacionamiento en las aceras y lugares prohibidos, el desprecio de la ley, entre otras cosas, muestran conductas inadmisibles que agravan los problemas de tráfico y ponen a los ciudadanos en riesgo. Mientras los quiteños no comprendamos que la solución al problema pasa por nosotros, no habrá poder humano que resuelva los conflictos de movilidad que afectan a la ciudad.
Las líneas que la Alcaldía pretende impulsar buscan una circulación peatonal segura, disminución de viajes motorizados, adecuada gestión del estacionamiento, mejoramiento del transporte colectivo y restricción de la circulación vehicular. El anuncio de la implementación del “pico y placa”, que consiste en restringir la circulación durante las “horas pico” es una buena medida de arranque que permitirá tomar conciencia de que es imposible mejorar las condiciones de movilidad en Quito sin un cambio sustantivo de hábitos.