Olga Imbaquingo, Corresponsal en Nueva York
Simón Bolívar, el Libertador, no es una figura ausente en la geografía estadounidense. Hay varios pueblos, un condado, un aeropuerto, una península, puertos, calles y hasta una montaña en el estado de Oregon que llevan el nombre del “George Washington de América del Sur”, como también lo llaman en Estados Unidos.
Sin contar con las estatuas, los centros médicos o las cajas de fósforos que ya no existen, infinidad de libros y hasta una biografía “Bolívar’s quest for glory” (En la búsqueda de la gloria), la primera que sugiere que el Libertador sufría de un desorden bipolar, una enfermedad depresiva.
No es de sorprenderse, por ejemplo, que de pronto en la vastedad territorial de Estados Unidos se encuentre al filo de la autopista con un rótulo que diga “Welcome to Bolívar” (Bienvenido a Bolívar) como en el estado de West Virginia, donde el alcalde, Robert Hardy, explica que siempre tiene visitantes que llegan a rendirle un homenaje frente a la estatua de Simón Bolívar. “De eso nos sentimos orgullosos”, agrega.
Para los habitantes del pueblo de Bolívar en Missouri, por ejemplo, ese nombre significa “un nuevo comienzo” y no les resiente no llevar el nombre de uno de los próceres de la independencia de Estados Unidos. “Llevamos el de uno de los grandes patriotas”, dice Lynn F. Shurden del condado de Mississippi.
La mayoría de esos pueblos nacieron en la época de las luchas independentistas de la Gran Colombia o posteriormente a ellos, algunos incluso ya existían y se les cambió los nombres nativos por el de Bolívar, cuyas hazañas llegaban a través de los periódicos de la época contadas como grandes fábulas. “Bolívar fue muy popular por estas tierras durante las guerras de la independencia”, dice la historiadora Rosemary Feenauhty.