Alfredo Aguilar
Los héroes de nuestra independencia ostentan esa calidad por ser capaces de ofrendar su vida por sus ideales. La célebre frase de Simón Bolívar: “Si mi muerte contribuye a la consolidación de la Gran Colombia, bajaré tranquilo al sepulcro” parece que en la actualidad está teniendo connotación en los presidentes ‘bolivarianos’.
Ellos también están dispuestos a ofrendar la vida, pero no la de ellos sino la del pueblo, promoviendo una lucha fratricida con el afán de perpetuarse en el poder. No les importa exhortar a los ciudadanos a que formen ‘comités de defensa’ con el claro fin de que defiendan sus intereses y les permitan acumular más poder bajo el falso ofrecimiento de conceder obras a sus seguidores, cuando esa es la obligación de un gobernante sin ninguna contraparte ni exigencia. Ya oímos la ya también famosa frase: “Compañeros, ustedes son cuatrocientos y ellos cincuenta”.
Un quemeimportismo total por los resultados de aquella arenga y una cobardía mayúscula al intentar que otros luchen sus batallas, mientras él se encuentra seguro tras su abundante guardia pretoriana. Igual situación sucede en Venezuela, Bolivia, Honduras, Ecuador, donde sus ‘mandatarios’ exigen al pueblo que enfrente a sus hermanos para que la gente que discrepa de sus intereses sea acallada, cuando deberían emitir un mensaje de unidad y fraternidad. La democracia no se sustenta con imposiciones ni persecuciones sino con diálogo y pluralismo.
Ecuatoriano, rebélate contra estas malsanas prácticas fascistas que hoy nos quieren imponer. Recuerda lo que vivieron Alemania con el nazismo, Italia con el fascismo y España con el franquismo. El pueblo que no recuerda la historia está condenado a repetirla. Que no vivamos lo que estos países vivieron en las etapas más tristes de su historia.