Recuerdo que ocurrió en la madrugada, frente a la isla de La Plata, en el suroeste de Manta (Manabí). Salimos con mis dos hermanos y un sobrino en la lancha de fibra de vidrio para pescar.
[[OBJECT]]La pesca de corvina era muy buena en esa época y decidimos hacer dos lances (ubicar anzuelos dos veces en el mar). La primera pesca fue muy buena porque atrapamos 30 corvinas, 15 cabezudos y cinco chernas.
La zona donde pescamos estaba también excelente, así que decidimos quedarnos a dormir en la isla de La Plata para continuar al amanecer. Al siguiente día, que fue un martes, fuimos en busca de nuestros anzuelos.
Cuando estábamos recogiendo la línea de pesca, de pronto aparecieron dos lanchas.
En un inicio pensamos que eran compañeros de pesca. Al acercarse nos pidieron un poco de gasolina, por lo que les regalamos cinco galones. Y de repente ellos sacaron dos ametralladoras y nos dijeron que nos quedáramos quietos, que era un asalto.
Eran siete. Después nos dimos cuenta de que lo que querían eran los motores de nuestras lanchas, que habíamos sacado a crédito en Manta. Eran nuevos. En la lancha que ellos ocupaban habían tres mecánicos y nos percatamos de ello porque hablaban de las herramientas con mucha precisión y tardaron muy poco en quitar los pernos que unían a los motores con las fibras de vidrio; lo que no es muy fácil de hacer si no se conoce bien el trabajo.
En ese momento, a todos nos arrojaron al piso de las embarcaciones, nos amenazaron con lanzarnos al agua si llegábamos a hacer un solo movimiento.
Después de que trasladaron nuestros motores a sus lanchas regresaron para llevarse la pesca que conseguimos el día anterior. Fue terrible, un día de trabajo, motores y dinero para la comida se perdieron en ese asalto.
No sabíamos qué hacer cuando se fueron. En medio del mar nos auxilió una lancha con amigos que navegaban rumbo al sur. Uno de ellos nos prestó el teléfono para llamar a nuestros familiares. Fue un susto horrible.
Solo pensar que nos arrojarían al agua nos dejó quietos, porque nos recordó que hace 10 años habían unos piratas que robaban y abandonaban a los tripulantes.
Cinco horas después del delito llegaron varios amigos de Manta que llevaron nuestras embarcaciones en el remolque de sus lanchas. Nunca puse la denuncia porque pienso que todo es en vano. Más se gasta en abogado y en trámites, para que después nadie atienda nuestros pedidos.