En los temas de frontera y delitos, la migración va de la mano con la trata de personas. ¿Cómo analiza esa situación en Ecuador?
Acá se registra un gran flujo de personas, principalmente de Colombia para la trata con fines de explotación sexual. Vienen desde lugares como Nariño o Cauca hasta otros puntos del Ecuador.
¿Desde qué sitios ingresan?
Hablo desde una visión global, porque hicimos ocho diagnósticos en el Perfil migratorio del Ecuador 2011. En la frontera norte están Sucumbíos y San Lorenzo (Esmeraldas). Luego se trasladan de allí a otros sitios como Guayas, Ibarra, Santo Domingo, Quito y Los Ríos. Se movilizan internamente en las ciudades del país.
¿Existe la trata con fines de mendicidad en Ecuador?
En menor grado, pero con fines de explotación laboral se presentan los casos de Otavalo y Cotacachi (Imbabura); así como Colta y Guamote (Chimborazo), donde hicimos cuatro evaluaciones.
¿Hacia dónde salen desde Colta y Guamote?
A países de Europa como Suiza. También a Venezuela.
En el caso de los menores de edad de Guamote y Colta, ¿hay complicidad de los padres para que los niños o adolescentes se vayan?
Eso consta en el diagnóstico. En muchos casos sí se presenta la complicidad de los padres.
¿Cómo perjudica aquello?
Las denuncias que han llegado a los tribunales no han terminado, porque hay complicidad entre el tratante y el padre de familia para resolver la situación antes de que el caso sea sentenciado.
Cuando usted habla del ingreso de personas con fines de explotación sexual. ¿Son redes aisladas o tienen nexos con grupos delictivos como las FARC de Colombia?
No podría asegurarle. Lo que sí podemos decir es que se trata de un crimen transnacional. Alguien lo organiza y las víctimas vienen al país con engaños. Por ejemplo, se les ofrece algún tipo de empleo, un mejoramiento en su situación de vida y cuando llegan se encuentran con una situación diferente y difícil.
Si hablamos de explotación sexual ¿Se podría decir que hay complicidad de los dueños de los centros de diversión nocturna? ¿Hay redes detrás de esos delitos?
Es muy difícil saber, porque se tendría que hacer un diagnóstico específico en esos locales. La información que tenemos con base en los datos que se han recogido, entre las autoridades y la gente, nos muestra que sí se ha detectado trata con explotación sexual.
Usted mencionó que pocos casos de trata terminan con una sentencia ¿cómo solucionar ese problema?
El Fiscal General nos dijo que hay una mejora en el tratamiento de los casos y que hubo un aumento en el número de denuncias sancionadas. Antes, las cifras eran muy bajas. Se está mejorando y eso ocurre porque hay un entrenamiento de los jueces y el aparato judicial que debe sancionar.
¿Los jueces ecuatorianos están preparados?
Se están haciendo esfuerzos y creo que no son suficientes. Se necesita más preparación. Requerimos información más concreta y que aterrice a la realidad del país para sancionar los delitos. Así se instruirá mejor a los jueces.
¿A cuánto ascienden las víctimas de trata en el país?
Es difícil decirlo. En un algún momento se habló de unas 6 000 personas, pero como es un ilícito en el que las víctimas se mueven se torna complicado determinar.