La balacera se produjo al norte de Quito. Una persona falleció y otra se recupera en un centro médico. Foto: Cortesía / Policía Metropolitana
Esa tarde llovía en el centro de Quito. Las dos niñas y la mamá acababan de llegar a la casa y el teléfono comenzó a sonar. Era un vecino, hablaba desesperado y solo dijo que unas personas que iban en una moto habían disparado a su esposo.
La mujer se quedó en silencio, colgó el teléfono, cogió a sus hijas y en medio de la lluvia corrió a la calle. Las niñas gritaban y preguntaban qué pasó con su papá. Ella también lloraba. Apenas alcanzó a dejar a las dos menores con la abuelita y se fue al hospital. Allí estaba su esposo: inconsciente y con la ropa cubierta de sangre.
Eran las 15:30 del viernes 17. Una hora y media antes, Segundo y Juan habían sido asaltados por dos armados que les dispararon e intentaron arrancharles los USD 3 400 que los dos acabaron de retirar para pagar a los albañiles que trabajan con ellos.
Juan murió en ese momento y ocho días después Segundo todavía está en terapia intensiva; sus familiares solamente pueden verlo dos veces al día.
El jueves, su esposa debía visitarlo a las 18:00. Llegó media hora antes con su cuñado y a esa hora ya sabían que Segundo había recuperado el conocimiento, aunque sigue conectado a los aparatos y se alimenta a través de una sonda.
Cuando despertó, su esposa le contó que su compañero había fallecido en esa balacera ocurrida en el norte de Quito.
Lloró y cerró los ojos. Los dos trabajaban juntos desde hace 10 años y esa tarde salieron para cobrar un cheque. Después de hacerlo caminaron hacia un carro de la constructora que estaba cerca. Mientras avanzaban solo escucharon el sonido de una moto y de pronto vieron a dos personas que lo apuntaron.
Después escucharon a otras personas que gritaban: “cuidado, están armados, están armados”. Todos corrieron y los hombres de la moto también gritaron: “denme la plata o les mato”. Juan reaccionó, golpeó a uno de los sospechosos y este cayó al piso. Cuando vio eso, el otro armado le disparó.
Segundo les pidió que no le mataran a su compañero, pero a él también le dispararon. La bala atravesó el cuello y llegó al hombro. Así se recupera y cuando se despertó fue lo primero que contó a su esposa.
En los periódicos, ella además vio cómo los policías le ayudaban. Los agentes que llegaron al lugar aún buscan pistas para ver qué ocurrió. Otros, en cambio, saben que son bandas que operan en motos y carros para atacar a las víctimas. Así interceptaron a los dos trabajadores de la construcción.
Ambos tenían planificado ir hoy al inicio del campeonato de fútbol que hace un mes organizó Segundo. Todos los partidos estaban planificado, pero la inauguración y el primer encuentro quedaron suspendidos.
Era una amistad que les unía hace una década. El día en que Juan fue enterrado, todos los familiares de Segundo estaban allí.
Dos menores quedaron huérfanos. La primera tiene 10 años y el segundo un año y medio. Las hijas del herido apenas tienen 6 y 7 años. Ahora, las dos se quedan con su abuelita cada vez que su mamá sale para el hospital a cuidar a su esposo.
Los policías pidieron que ella dé su testimonio, pero tiene miedo. Pero con casos como este, los agentes conocen cómo los sospechosos tienen códigos para identificar a las personas que retiran altas sumas de dinero.
En unos casos solo basta con rozar el hombro, pero en otros incluso llegan a pegar stickers en las chaquetas. Eso significa que el cliente sale con mucho dinero y que los armados que están a la espera deben seguirlos. Así se concretaron, en Quito, 132 casos de sacapintas en el 2014 y 163 en el 2013.
Otro dato que conocen los investigadores: por lo general los asaltantes atacan en las afueras de entidades financieras que están ubicadas junto a vías que permiten escapar con facilidad. Por eso, agentes denominan “las avenidas de la fuga”.
De hecho, quienes agredieron a Segundo y Juan escaparon por una calle poco congestionada, eso le dijeron un testigo del hecho a su esposa.
Los motorizados evadieron a la Policía y hasta el momento no se conoce su ubicación. Lo mismo ocurrió el pasado 18 de febrero cuando dos sospechosos irrumpieron en un restaurante del norte de la ciudad. Allí los desconocidos intentaron robar USD 5 000 a dos personas. En esa ocasión también hubo una balacera en la que resultaron heridas dos clientas del establecimiento. La Policía llegó al lugar pero tampoco pudo detener a los armados.
Pero las bandas no solo realizan los atracos con motocicletas. En los ataques también intervienen vehículos. Estos cruzan a los autos en que viajan las víctimas y las atacan.
La esposa de Segundo solo había escuchado hablar de estas cosas, pero nunca se preocupó pese a que su marido realizaba esa misma transacción todos los meses y no había tenido problemas. Por ahora, la mujer espera que Segundo se recupere para empezar los trámites legales con la Policía.
No olvide
Si va a retirar altas cantidades de dinero pida resguardo policial. Este servicio es gratuito y puede ser solicitado por personal del banco.
Evite realizar transacciones de dinero en efectivo. En caso de ser necesario no contabilice el dinero fuera de las instituciones financieras.
Cambie Con frecuencia las rutas que utiliza para ir a retirar dinero. Evite ir a los bancos en horarios frecuentes. No informe a nadie sus actividades.
Preste atención a las personas que están a su alrededor. Denuncie a la Policía si hay vehículos o motos sospechosos fuera de los bancos.
Historia
El año pasado, 132 personas que retiraban dinero fueron atacadas por sacapintas en Quito. En el 2013 sumaron 163.