La inseguridad debe abordarse desde varios frentes sociales. Si bien la principal responsabilidad está en la Policía, también es una cuestión de educación pública.
Si el Estado no crea condiciones para que las personas puedan, por ejemplo, acceder a una educación de calidad; no se podrá reducir la pobreza y por tanto tampoco la inseguridad.
La educación sienta las bases de una sociedad solidaria, libre de violencia, con principios y valores humanos que se han perdido. Ahora los delincuentes no le temen a nada.
También se debe trabajar en planes que apunten a ocupar mejor el tiempo libre de los jóvenes. Muchos de ellos, al no tener opciones, pueden dedicarse a consumir licor, drogas y frecuentar personas que se dedican a delinquir.
Se acostumbran a esa vida y luego es más complicado que puedan servir a la sociedad.
Hay muchas iniciativas positivas que han salido desde los mismo jóvenes, pero no han tenido el respaldo debido ni el financiamiento. Los ministerios de las diferentes áreas deben trabajar en conjunto para apoyar esas propuestas que van desde lo artístico a lo intelectual. La inseguridad también es un fenómeno cultural que no pueda cambiarse de la noche a la mañana.