Irfan U. convivía desde hace dos años con una mujer ecuatoriana en una casa antigua, en el Centro Histórico de Quito. “Él trabajaba con un abogado y como traductor”, dijo una familiar de la mujer del paquistaní luego de que este fuese detenido en el operativo Crepúsculo, la madrugada del 10 de marzo.
Según la familiar, él era buena persona; además, su esposa está embarazada. El parto está previsto para octubre. “Aquí estuvo un señor que era paisano de Irfan y le dimos posada. No tenía papeles, tampoco hablaba español. Le habían traído diciéndole que Ecuador está al lado de EE.UU.”, dice la mujer, quien refiere que el hombre había sido detenido antes.
Irfan U. es uno de los tres paquistaníes que esta semana admitieron su culpabilidad en una audiencia ante el juez de Distrito John D. Bates, en Washington DC. Allí se declararon culpables de proveer apoyo material a la organización terrorista Tehrik-e Talibán Pakistán (TTP). Ellos fueron detenidos junto con 63 personas de Pakistán, Sri Lanka, India y Bangladesh, en cuatro barrios de Quito y deportados a Estados Unidos (seis personas en total), por pedido de la Interpol.
Él junto a Qasim A. y Yousaf Z. “trataron de introducir de contrabando a Estados Unidos a alguien que, al parecer, es miembro de una organización terrorista”, dijo el fiscal general adjunto de la División Criminal de Estados Unidos, Lanny A. Breuer.
Según Inteligencia, Irfan U. era conocido en La Mariscal (centro-norte de Quito) y se desempeñaba como traductor de personas de Oriente Medio que llegaban al país. Según la Policía, él les proporcionaba alojamiento y les ayudaba ofreciéndoles documentos. “Lo que más nos llama la atención era que no tenía un empleo fijo, pero siempre se movilizaba en taxis y se alimentaba en buenos lugares”, señala el documento.
En la Dirección General de Inteligencia (DGI) también se conoció que “era bien relacionado en el ámbito público, incluso tenía bastantes ‘contactos’ que le facilitaban el cumplimiento de actividades delictivas”.
Los seis hombres de Oriente Medio que fueron detenidos en Quito tejieron una red que ofertaba viajes a Estados Unidos utilizando como escala a Ecuador.
Esa fue una de las conclusiones a las que llegó en el transcurso de las indagaciones realizadas por la Unidad de Tráfico Ilícito de Personas de la DGI antes de montar el operativo denominado Crepúsculo. Así se conoció que “a los terroristas les pedían USD 45 000 para llegar a Ecuador, mientras a quienes no lo eran les cobraban solo USD 20 000”.
Además, los seis detenidos supuestamente cobraban para traer a terroristas de otras mafias como Hezbolá, Al Qaeda, Tigres de Tamil, etc. En Inteligencia se conoció que Ali A., Muhammad A., Yaee D., Irfan U., Qasim A. y Yousaf Z. se encargaban de reclutar gente en otros continentes para luego tratar de ingresarlos a EE.UU. “Yaee D. (quien está detenido, pero aún no se declara culpable) era uno de los fugitivos más buscados en África por el delito de tráfico de personas. Incluso logró escaparse de otro país, en Sudamérica, y luego se instaló en Ecuador ”.
El informe de Inteligencia precisa que la agrupación delictiva transnacional era muy organizada y contaba con líneas de comando. “Era muy cerrada para las personas a las que consideraban extrañas a esta. Por eso, los integrantes cambiaban constantemente los números de sus teléfonos celulares, al igual que cambiaban periódicamente de domicilio”.
Los jefes de la red de tráfico ilícito de personas contaban con un grupo de personas cercanas que se dedicaban exclusivamente a las tareas de contrainteligencia y seguridad personal. “Eran muy sigilosos respecto de sus planes y operaciones. No mantenían una rutina específica y en cuanto a su aspecto físico variaban constantemente, ya que no deseaban ser identificados plenamente”.
También se logró establecer en las investigaciones que ellos venían al país con un entrenamiento especial. Este consistía en una fase de adaptación a la realidad del Ecuador. Así fue que lograron establecerse, consiguieron parejas y trabajaron como vendedores informales. También buscaban perfiles de personas a las que les pedían favores. “Primero tratan de ganarse la voluntad de su entorno. También veían chicas que tenían casas, a las que podían llegar con ciudadanos de Oriente Medio para albergarlos. Por esa razón, en algunos casos se encontraron hombres hacinados en un solo departamento o en hostales, en varios sectores de la capital”.
Los otros detenidos de Oriente Medio, el 10 de marzo en Quito, no fueron enviados a EE.UU. 23 pidieron refugio y otros tramitaron la solicitud de hábeas corpus a través de la Dirección Nacional de Protección de Derechos Humanos y de la Naturaleza de la Defensoría del Pueblo.
Patricio Benalcázar, titular de esa dependencia, señaló que luego de dos semanas de ser liberados, los hombres de Oriente Medio se acercaron a la Defensoría para conocer su situación legal en el país. “Luego desaparecieron y no sabemos nada de ellos. A través de las redes sociales conocemos que se encuentran en Argentina porque nos escribieron para agradecernos por la gestión que hicimos”.
El funcionario añade que a las personas liberadas no se les comprobó vínculos con agrupaciones terroristas, narcotraficantes u otras actividades delictivas. “Ellos se fueron del país porque tienen el derecho de hacerlo como cualquier persona del mundo”.
También se conoce que otras 25 personas que también fueron detenidas aceptaron regresar a sus países de origen. Lo hicieron una vez que fueron puestas en libertad.