La muerte de un recién nacido, cuyo cuerpo fue encontrado en un contenedor de basura conmocionó a la comunidad estadounidense de Spring Valley, ubicada en el condado Rockland, en el norte de Nueva York, a finales del 2013. Pero también destapó las dificultades que viven los emigrantes cañarenses en Nueva York.
Según el portal de noticias Journal News, el pasado 10 de diciembre la policía local halló a la presunta responsable de este hecho. Las autoridades dijeron que se trataría de una joven emigrante ecuatoriana, de 23 años y oriunda de la provincia de Cañar.
A partir de este hecho, el Journal News publicó un artículo sobre la situación que viven los indígenas tanto en su provincia como en el sector de Spring Valley.
En el reportaje se destaca que desde el 2000 la presencia de ecuatorianos en Spring Valley se ha quintuplicado. En ese año se contabilizó 500 emigrantes oriundos de Ecuador y en el 2010 había 2 681.
Además se resalta la precaria situación educativa y la pobreza en que viven los indígenas cañarenses. De acuerdo con el Journal News, más del 12% de la población que supera los 15 años no sabe leer ni escribir, y el trabajo se basa esencialmente en la agricultura.
El antropólogo Jason Pribilsky, citado el medio, asegura que las mujeres de esta provincia son las menos educadas y la mayoría solo habla quichua.
En el artículo también se señala que en Spring Valley, la situación de aislamiento de los cañarenses no difiere mucho. Los representantes de Rockland Immigration Coalition aseguran que en esta zona existen alrededor de 1 000 indígenas emigrantes que hablan quichua. Además que ellos se dedican principalmente a tareas domésticas y labores diarias.
Juan Pablo Ramírez, representante de Rockland Immigration Coalition, explica que “la confianza es un tema delicado para la gente del Cañar”. Además, cree que los factores culturales y del idioma hacen que su situación de migrantes sea complicada, y pueden llegar incluso a ser ignorados o abusados.
Germaine Jacquette, quien también trabajó para Rockland Immigration Coalition y que visitó Cañar, cree que la muerte del recién nacido “debería servir como experiencia para incentivar nuevas maneras para que estos grupos sepan qué alternativas tienen”.