Familiares de los migrantes cubanos esperaron fuera de la Unidad Judicial de Garantías Penales, el resultado del Hábeas Corpus para evitar su deportación. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO
Solo un milagro evitaría que unos 40 cubanos sean deportados. Al menos eso creen sus familiares, quienes la tarde de este martes 12 de julio del 2016, improvisaron un altar para la Virgen de la Caridad del Cobre afuera de la Unidad de Garantías Penales de Pichincha, en el norte de Quito.
Allí, en la vereda, sobre la avenida 10 de Agosto, colocaron una estampita de la Patrona de Cuba y la rodearon de velas encendidas, que se consumen con el paso de la tarde.
“Mi tía, mi hermana y una amiga ya fueron deportadas. Solo me queda mi esposo, que está en la audiencia”, cuenta Arita, una mulata de 29 años, quien dejó a su primera hija de 13 años en la Isla y se aventuró a Ecuador “para buscar un mejor futuro”.
Ella es parte de un grupo de familiares que acudieron a la sede judicial para acompañar a los cubanos durante la audiencia de Hábeas Corpus. Este recurso judicial, que fue planteado por los abogados de los migrantes, les permitiría recuperar la libertad y así evitar la deportación.
Sobre todo, después de que el Ministerio del Interior confirmara que 75 cubanos han sido deportados entre el sábado y este martes. En total, el Estado inició la deportación de 151 extranjeros, quienes fueron privados de la libertad durante un operativo de control migratorio que dirigió el Ministerio del Interior el pasado miércoles 8 de julio.
“Yo estaba entre los detenidos. Pasé cuatro días sin bañarme, dormí en el subsuelo de Flagrancia. Pero yo le pedí a Dios que me ayudara y me soltaron”, cuenta Arita.
Para sus compatriotas, la Virgen del Cobre es “milagrosa”.
La Santa está representada por una mujer de cabellos risados y oscuros, que carga a un bebé. En la estampita se la ve levitando en el cielo, sobre un grupo de niños que enfrentan, en el mar, una tormenta e intentan mantener su barca a flote.
“La Virgen siempre nos ha ayudando en tiempos difíciles”, dice Mirta, una mujer que también espera que su yerno recupere la libertad.
La diligencia judicial se desarrolla en el sexto piso. Un altar improvisado se instaló afuera de la Unidad Judicial de Garantías Penales de Pichincha.