Una familia unida espera la recuperación de policía atacado en Quito

Jéssica Tercero es la esposa del policía Geovanny Herrera, quien se encuentra en terapia intensiva. Foto: EL COMERCIO

Los familiares del policía Geovanny Herrera salen del hospital, caminan unos metros y se sientan en una banca. Sandra Chinachi es madre del agente y Luis Herrera su padre.

Se miran y lloran. Jéssica Tercero se acerca y los abraza.

Ella es esposa de Geovanny y hoy todos están unidos a la espera de ver qué pasará con el uniformado que hace una semana fue herido de bala en la cabeza, mientras acudía a una emergencia en el sur de Quito.

Es miércoles. 10:00. Minutos antes pudieron verlo en terapia intensiva, en donde permanece desde el día del ataque.

La esposa recuerda cada detalle de lo ocurrido. Era domingo. Cerca de las 13:00, uno de los compañeros de trabajo de su esposo le llamó al celular. Le dijo que Herrera fue herido con un arma de fuego en la cabeza y que lo trasladarían en helicóptero al hospital. “Fue terrible, pensé lo peor”.

Lo primero que hizo fue avisar a sus suegros. Entonces, tomó su carro y se fue al centro asistencial. Cuando llegó ya estaban los familiares.

Esperaron unos minutos y lo vieron ingresar en una camilla. Aún estaba consciente.

La madre entró al área de emergencias. “Al verlo en ese estado se me fueron las lágrimas. Me acerqué a él y recuerdo lo que me dijo: No llore mami, no va a pasar nada. Me pidió que cuide a su pequeña hija de un año y cuatro meses”.

Luego, los médicos se lo llevaron al quirófano. Tuvo que someterse a una operación de seis horas, pues la bala afectó el cráneo. La intervención quirúrgica terminó en la madrugada y Herrera fue trasladado a un hospital privado para su recuperación. Desde entonces está inconsciente en la unidad de cuidados intensivos.

Luis Herrera y Sandra Chinachi son los padres del agente y piden que se sancione a los responsables. Foto: EL COMERCIO

Ese mismo día, la madre del policía viajó a la iglesia de El Quinche. “Fui a encender unas velas en el altar de la Virgencita para pedirle que mi hijito se ponga bien”, cuenta la mujer con la voz entrecortada.

Su esposo le da unas palmadas en la espalda y le pide que se tranquilice. “Solo queremos que se haga justicia por nuestro hijo y también por su compañero que fue asesinado a causa de la delincuencia”.

Él cuenta que a través del video de una cámara de seguridad vieron cómo se perpetró el ataque. El padre observó que dos hombres armados interceptaron a dos uniformados y les dispararon mientras estaban en un patrullero.

“Queremos que todo el peso de la ley caiga sobre los responsables, porque por culpa de ellos mi hijo está aquí internado”.

Chinachi dice que cada que lo ve le toma de la mano y le pide que se recupere. “Le digo que sus padres, su esposa, sus hermanas lo estamos esperando en casa. También le digo que tiene una hija que lo necesita. Aunque está inconsciente yo sé que él me escucha”, asegura la madre mientras observa una fotografía de su hijo, que sujeta con su mano.

En esa imagen, el joven de 26 años luce un traje de policía. Su padre recuerda que en el 2014 su hijo le indicó que quería seguir esa profesión. “En Internet encontró un anuncio sobre el inicio del reclutamiento. Le dije que se inscriba y que le iba a apoyar económicamente. Ingresó la documentación necesaria, aprobó las pruebas físicas y fue seleccionado”.

Entró en el 2015. El curso de formación fue en Santo Domingo de los Tsáchilas. Sus padres viajaron con él. Su madre relata que fue un 7 de febrero del 2015. “Fuimos a dejarle en la puerta de la academia. Tomó su maleta, un botellón de agua, nos dio un fuerte abrazo y se despidió”. Cuenta que cada 15 días iban a visitarlo.

El curso de formación duró un año. Luego de la graduación, prestó servicios un año más en esa provincia. Después le dieron el pase a Quito. Ha trabajado cinco años en el Distrito Quitumbe, en el área preventiva. Su principal labor ha sido conducir los patrulleros.

Cuando llegó a la capital conoció a su esposa, de 25 años, quien también es policía.

Ella relata que hace dos años se casaron y tuvieron una hija. “Mi niña aún es pequeña, no entiende lo que ocurrió con su padre, pero todos los días que ha estado internado le muestro fotografías de él y le digo que pronto regresará a casa”.

Tras el ataque, Tercero pidió permiso a sus superiores para ausentarse del trabajo hasta que le den el alta hospitalaria. “Dejé de trabajar estos días para poder visitarlo, estar pendiente de su recuperación y también cuidar a nuestra hija”.

Ahora, ella espera que su esposo pronto recobre el conocimiento y que su organismo responda al tratamiento médico al que es sometido. Asegura que cuando él se recupere presentará una denuncia penal en contra de los responsables de este violento ataque.

Según la esposa, esta es la primera vez que su marido resulta herido en medio de un operativo policial. “Nunca ha recibido amenazas por su trabajo y tampoco tiene enemigos, no sé por qué hicieron esto”. Tras contar ese detalle, la joven mira su reloj y advierte a sus familiares que en pocos minutos deben reunirse con el médico para conocer un informe sobre el estado de salud de Herrera. Los padres y la esposa se levantan de la banca e ingresan nuevamente al hospital para conocer algo más.

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