Los resultados no se conocen. Hace una semana, la familia del azuayo Mauricio M. envió dos muestras de sangre para identificar, a través de un examen de ADN, si el último cuerpo encontrado en el desierto de México pertenece al emigrante.
Él desapareció en la ruta hacia Estados Unidos, unos días después de cumplir 24 años. A Carlos, padre de Mauricio, un compañero de viaje (Benjamín) le contó sobre la pérdida. Este último ya llegó a Estados Unidos.
Mauricio emigró de Chordeleg, el 29 de abril. Mauricio y Benjamín salieron juntos, pero con distintos ‘coyotes’. Se encontraron en México para cruzar la frontera con otros emigrantes.
“Mi hijo era sano y de contextura gruesa, pero en ese mes de viaje había adelgazado bastante”, contó Carlos. Los grupos de Mauricio y de Benjamín (150 personas) –con guías diferentes- partieron en la noche y caminaron casi sin descansar.
A la medianoche del día siguiente durmieron en el monte, relató Benjamín a Carlos vía telefónica. En sus mochilas los emigrantes llevaban sueros para hidratarse, agua y tortillas de maíz. Al amanecer retomaron el viaje.
Con una hora de diferencia, partió primero el grupo de Mauricio. Pero cuando Benjamín tenía una hora de caminata halló a su amigo avanzando solo y vomitaba. Para no abandonarlo, Benjamín lo cargó, contó Carlos.
“Así avanzaron más de una hora hasta que Mauricio se percató que había perdido a su grupo. Dejó a mi hijo a la sombra de un árbol y se fue”, narró llorando este padre.
Mauricio estaba casado y con tres hijos menores de edad.
Hace dos años intentó emigrar hacia Estados Unidos, pero fue deportado desde México.
Trabajaba en construcción y en la agricultura. Antes de emigrar estuvo desempleado. “Me decía papá tengo tres hijos que mantener ayúdeme para irme”.
Más adelante, Benjamín se encontró con el guía de Mauricio y le dijo que él estaba mal. Regresaron y lo encontraron casi inconciente. “El amigo le suplicó al guía que espere hasta que se reanime, pero se opuso”.
El martes 1 de junio, Benjamín llegó a Texas y otro azuayo que arribó después le contó que cuando su grupo pasó Mauricio ya estaba muerto en el desierto.
Carlos buscó ayuda en la Semani. “Quiero hallar su cuerpo para sepultarlo”, decía Carlos a Rosalva Sánchez, psicóloga de la Senami. Esta entidad, a través de la Casa del Migrante en México, mantiene la búsqueda. En el desierto se ubicó un cuerpo y se quiere confirmar si es Mauricio.