El extorsionador aprovecha el miedo de su víctima

La primera llamada amenazante la recibió Cristian (nombre protegido) hace 8 meses cuando estaba en su trabajo. Un desconocido le dijo que conocía a una persona que quería atentar en contra del negocio que administra. Posiblemente con una bomba. Le ofrecieron información y un video de quien estaba detrás del plan si pagaba USD 240.

Ese día se convirtió en víctima de una extorsión. Este es un delito en el cual los desconocidos intentan conseguir cualquier tipo de beneficio económico, judicial o propiedades mediante la amenaza, la fuerza o el engaño.

Polibio Vinueza, jefe de la Unidad Antisecuestro y Extorsión (Unase) de la Dirección de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones (Dinased), explica que en los últimos cuatro años este delito ha crecido. En el 2010 se registraron 37 denuncias mientras que en el 2013 fueron 514 casos.

Según el agente, la razón de su crecimiento se debe a que cada día más bandas delincuenciales utilizan este tipo de chantaje para obtener dinero fácil. Para cometer este delito se requieren de varias personas que buscan a las víctimas através de la guía telefónica o de las terjetas de presentación.

Esto hace que sea un negocio barato, porque solo se requiere de un teléfono celular .

Cristian tiene 36 años, es de Colombia pero vive en Ecuador hace cuatro. Administra una tienda ferretera desde el 2011, en el norte de Quito. La llamada de extorsión le atemorizó porque le dijeron que lo vigilaban y que conocían todos sus pasos. Él se preocupó por la vida de su esposa y de su hijo.

Su primera reacción fue obtener datos sobre el porqué querían ayudarle a detener el presunto atentado. El desconocido le dijo que quería vengarse de quien planeaba hacerle daño.

Durante la conversación se le informó en dónde y a nombre de quién debía hacer el depósito del dinero de la recompensa. La destinataria era una mujer que se encontraba en Manabí.

Cristian prefirió cortar la llamada, pero después de unos minutos recibió otra. De inmediato fue a la Fiscalía para denunciar el hecho, desde allí le dirigieron a la Unase.

Los agentes le calmaron y le explicaron que había sido víctima de una extorsión en modalidad carcelaria. Se denomina así, porque las llamadas la realizan personas privadas de la libertad. Esto implica que no conocen personalmente ni tienen vigilada a la víctima.

Vinueza indica que en esos casos los sospechosos tratan de convencer a las víctimas de que van a ser dañadas. Así, por ejemplo, les dicen que las van a matar a ellas, a sus familias o a van a afectar sus negocios. Para evitarlo, deben pagar un dinero y en otros casos también hacer recargas celulares.

Otra modalidad conocida por los uniformados es la migratoria: las víctimas reciben llamadas en las que les dicen que sus familiares que están fuera del país necesitan dinero porque fueron detenidos. En esos casos se recomienda no proporcionar ningún nombre a los desconocidos y contactarse inmediatamente con los familiares que están fuera del país.

En ambas modalidades la forma de conseguir información es a través de redes sociales, tarjetas de presentación o a través de llamadas falsas haciéndose pasar por funcionarios de diferentes empresas.

Incluso, en la primera llamada de extorsión, los delincuentes aprovechan el miedo de sus víctimas para obtener más información de ellos.

Los uniformados aconsejan bloquear datos personales, fotos y publicaciones en redes sociales, y que las respuestas ante las llamadas de extorsión sean con respuestas cerradas, por ejemplo si dicen ¿hola con quién hablo?, puede responder, ¿con quién desea hablar, cuál es su nombre? Por ninguna razón dé sus datos personales. Lo más importante es no hacer tratos y denunciarlos, no importa la cantidad que pidan.

Después de lo vivido Cristian llegó a sentir delirio de persecución, "me asustaba cuando algún número desconocido me llamaba, creía que me estaban persiguiendo". Temía por su familia, incluso pensó en vender su auto, dejar el trabajo y volver a su país. Dice que aún teme al contestar su teléfono.

En contexto Existen dos tipos de extorsión más frecuente. La primera es la conocida como carcelaria y la segunda, migratoria. Los delincuentes obtienen información de sus víctimas a través de la guía telefónica, de las tarjetas de presentación personales y de las redes sociales. Solo necesitan un teléfono celular para la extorsión.

No olvide

Si recibe  una llamada amenazadora procure no perder el control. Pues a causa de eso podría dar información valiosa sobre su vida.

Lo más  recomendable cuando no sabe qué contestar ante una extorsión es cortar la llamada. Decir que está ocupado es una opción.

No se  comprometa a realizar pagos o hacer recargas a los números de los desconocidos y evite también hacer o autorizar cualquier depósito.

Procure  no entrevistarse con desconocidos sin verificar el motivo y la identidad de esas personas. Podrían estar vigilando para tener datos.

Es preferible  no comentar con nadie las llamadas de extorsión, lo mejor es denunciar primero ya que puede ser que alguien cercano sea quien dio información.

En la casa  o el trabajo es aconsejable tener un identificador de llamadas, y en caso de números desconocidos no se debe contestar o hacerlo a la defensiva.

La denuncia  es necesaria en estos casos sin importar los motivos de la extorsión. Se puede denunciar en la Fiscalía, Policía Judicial, Unase, Ecu-911 o 1800-Delito.

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