La extorsión conmociona a El Empalme

La  zona urbana  de El Empalme. El cantón es un corazón vial que tiene conexiones rápidas para llegar a  las provincias del Guayas, Los Ríos y Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: EL COMERCIO

La zona urbana de El Empalme. El cantón es un corazón vial que tiene conexiones rápidas para llegar a las provincias del Guayas, Los Ríos y Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: EL COMERCIO

El conductor sintió un leve golpe en el lado izquierdo de la cabeza. Giró para ver de qué se trataba y se encontró con el cañón de una pistola calibre 9 mm.

Eran dos hombres a bordo de una motocicleta que iban a unos 40 km/h. El que estaba atrás lo apuntaba directamente. ¡Para el carro o te mato!

El chofer frenó la camioneta al escuchar los gritos. Otra moto, con dos ocupantes, se abrió paso por entre los vehículos que circulaban por esa vía de El Empalme (Guayas) y le cerró el paso.

Era imposible reconocer a los armados, utilizaban cascos. En menos de cinco minutos golpearon al chofer, lo maniataron con cinta de embalaje y lo lanzaron al piso de la cabina de la camioneta. Todo a la vista de los transeúntes. Se llevaron al conductor en el mismo vehículo.

“Recorrimos unos 20 minutos, por un camino sinuoso. Luego me abandonaron en una zona poco poblada de una parroquia de El Empalme y se llevaron la camioneta. Logré soltarme y caminé unos 15 minutos hasta llegar a una casa. Ahí me ayudaron”, dijo Julio C. (nombre protegido).

Tres días después, el conductor recibió una llamada telefónica. Era la voz de un hombre que aseguraba haber encontrado su vehículo desvalijado. Le pidió USD 2 000 como “recompensa” para poder entregárselo.

En la Policía de El Empalme hay registros de la existencia de al menos cuatro grupos dedicados al robo de autos y extorsión bajo esta modalidad. “Todos los conocen, saben quienes son, pero no se atreven a denunciar, porque son peligrosos”, señala un gendarme que labora en la localidad desde hace 12 meses.

En el 2010 solo una persona presentó denuncia ante la Policía Judicial por extorsión. La cifra no varió en el 2011. Con el robo de autos pasa algo similar. Pese a que cada semana los gendarmes conocen sobre al menos un caso, en el 2011 se registraron solo cinco denuncias por este delito; dos menos que en el 2010.

Cada grupo opera con tres niveles de jerarquía. Según Inteligencia policial. El primero: un frente de sicarios que son quienes ejecutan los golpes y consiguen las armas y vehículos para los asaltos. Sobre ellos están los mandos medios que organizan y planifican los delitos, hacen el trabajo de Inteligencia y estudian a quienes van a ser sus víctimas. Los líderes, que están sobre el resto, son conocidos como ‘padrinos’. “Ellos dirigen y administran el negocio”.

Son figuras populares, caminan por las calles de El Empalme y saludan con dirigentes, comerciantes, políticos... Los pobladores de El Empalme acuden a ellos cuando han sido víctimas de la delincuencia. “Antes de Navidad me arrancharon un celular costoso en el centro de la ciudad. Para recuperarlo tuve que ir donde Walter G. y él, con dos llamadas, hizo que me lo trajeran”, comenta un comerciante.

Este ‘padrino’ fue detenido el 20 de diciembre pasado, en un operativo que se coordinó entre los principales grupos de élite de la Policía. Unos 500 uniformados paralizaron el cantón y apresaron a 12 personas en sus viviendas.

Entre ellas Eliécer R. y José R., que supuestamente operaban como líderes de los grupos.

“Estaba previsto detener también a Gonzalo C., otro capo, pero durante el operativo se escapó. Parece que los vecinos lo alertaron. Solo se logró apresar a su mujer que está en manos de las autoridades de justicia”, reconoce un agente que estuvo en el operativo.

Pese al descabezamiento de los tres grupos, los delitos no han cesado en El Empalme. Ahí aún se vive un ambiente de tensión. “Se llevaron a los jefes de los grupos, pero no a los que ejecutan los golpes y saben cómo es el negocio”, dice un funcionario público, que también fue víctima de robo y extorsión de un vehículo.

“El cantón está más peligroso porque los ‘padrinos’ al menos ponían orden entre los delincuentes y ahora cada uno se manda solo”. Eso no quiere decir -agrega- que haya estado mal lo que hizo la Policía. “Al contrario, aplaudimos el operativo. Pero se necesita ahora la presencia de los grupos de élite e inteligencia para acabar con los que quedaron, que son peligrosos y siguen haciendo de las suyas en la zona”.

El robo de la camioneta de Julio C. se dio dos días después de que se efectuó el operativo policial con 500 efectivos. “Tuve que endeudarme para conseguir los USD 2 000 que me pedían de recompensa. Me dieron dos días de plazo. Entonces volvieron a llamarme al celular. No sé cómo consiguieron el número”.

Los extorsionadores le dijeron que lleve el dinero en una maleta y camine por el centro de El Empalme. Julio C. lo hizo desde las 08:00 hasta las 17:00. A esa hora recién los hombres volvieron a interceptarlo en una motocicleta con dos ocupantes. Le quitaron el dinero y volvieron amenazarlo.

“Me dieron los nombres de mis hijos, esposa y sabían en donde estaban en ese momento cada uno. Aseguraron que si ponía la denuncia o hablaba iban a matarlos. Me asusté, no dije nada y me fui a casa para verificar que la familia esté bien”.

El conductor se había resignado a perder el dinero y el vehículo, pero dos días después, cuando acudió al trabajo, encontró el auto estacionado en la parte trasera del edificio. No tenía radio, parlantes y le faltaban algunas piezas del motor. “Estas bandas tienen contactos a todo nivel y por eso se creen intocables”, refirió un agente de Inteligencia.

“Para poder dar el operativo del 20 de diciembre pasado se tuvo que reemplazar a las principales autoridades judiciales del cantón un día antes; traer fiscales y jueces de Guayaquil y ocultar información sobre el operativo a las autoridades locales”.

El transportista es chantajeado

En El Empalme los pobladores saben cuáles cooperativas de transporte son asaltadas en las vías y cuáles no.

Las primeras, según la Policía, son las que se niegan a pagar a los sicarios que operan en ese cantón un monto mensual para evitar asaltos. Las segundas deben ceder a los pedidos de los grupos armados del cantón o pagar el servicio de custodios privados. Generalmente estos custodios son personas que, vestidas de civil, siguen a los buses y garantizan que lleguen a su destino.

Según la Policía Judicial, en el 2011 se presentaron 17 denuncias por robos en carreteras. 11 más que en el 2010. “No existe otra posibilidad de evitar los robos”, dice un conductor. “El Empalme es un pueblo pequeño, todos se conocen y si uno intenta hacer algo en contra de los delincuentes,  tarde o temprano toman represalias”, señala.

Uno de mis compañeros, dice otro conductor,  evitó que asaltaran a los pasajeros de su unidad cuando iba para Guayaquil. Golpeó a los delincuentes y los  entregó a la Policía. Pero no estuvieron presos más de tres días. Los liberaron supuestamente por falta de evidencias. Apenas salieron fueron a matar a mi compañero.

En el 2011, en El Empalme se denunciaron   25 asesinatos. Seis más que en el 2010. El último ocurrió el 28 de diciembre pasado.  José B., conductor de una unidad de  la Cooperativa Sucre,  fue abaleado cuando circulaba por el centro de  El Empalme. Cumplía la ruta Guayaquil–Quevedo.  Cerca de las 20:00, los armados intentaron asaltar a los pasajeros. El conductor hizo una maniobra brusca con el bus y le dispararon.

Golpes a los grupos

Según el  ministro del  Interior, José Serrano,  717 grupos  delictivos fueron desmantelados en el 2011. Y se detuvo  a 2 481 personas por varios delitos.

En agosto del 2011,  uno de esos grupos, que supuestamente se dedicaba al tráfico y almacenamiento de armas fue desarticulado   en el sector La Independencia, en El Empalme.

Uno de los más buscados  de Santa Elena, Oswaldo R., también fue detenido por la Policía el 20 de octubre del 2011 en El Empalme. Era considerado el más grande ‘roba autos’ de la zona.

El 20 de diciembre  pasado se realizó un operativo en 40 talleres de vehículos. Se decomisaron motores remarcados y partes de vehículos  sin papeles.

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