El undécimo día de juicio en el caso Las Dolores trajo sorpresas. La Fiscalía decidió no acusar al general Jorge Poveda, uno de los 11 procesados por la muerte de ocho personas y la desaparición de otras cuatro durante un operativo policial ejecutado el 19 de noviembre del 2003 en una farmacia de Guayaquil.
En esa época, Poveda se desempeñaba como comandante general de la Policía Nacional y se lo incluyó dentro de las investigaciones. A él y a otros 10 uniformados se los procesó bajo la figura de asesinato en la modalidad ejecución extrajudicial, un delito que constituye una grave violación a los derechos humanos.
Frente a estos hechos, Aníbal Tamayo, abogado del general Poveda, exigió que se ofrezca una disculpa pública al oficial. La defensa considera que no no se puede acusar de un delito grave a alguien y luego señalar “me equivoqué, aquí no ha pasado nada”, en referencia a la Fiscalía.
En estos 11 días de juicio, cinco expolicías han sido acusados en calidad de autores del delito de asesinato en la modalidad ejecución extrajudicial, otros tres exuniformados como cómplices. Se espera que hasta la noche de hoy concluya las acusaciones contra los últimos dos exagentes. De ahí vendrán los alegatos finales y luego la sentencia de la Corte Nacional de Justicia. El tipo penal por el que se les procesó a los 11 policías se castiga con cárcel de entre 16 y 25 años.
En el juicio ha trascendido detalles de cómo se organizó aquel operativo en la farmacia guayaquileña. Por ejemplo se conoció que los policías utilizaron 28 armas para “neutralizar a personas que asaltaban el local portando solo dos armas”. Según la Fiscalía, ese armamento es parte de las 61 evidencias, entre ametralladoras, fusiles, pistolas, proyectiles y otros encontrados en la escena del crimen el día de los hechos.
Las evidencias, levantadas por Criminalística de Ecuador en el 2003, fueron analizadas este año por expertos venezolanos. En sus informes sostienen que partes de los proyectiles presentan deformaciones propias de haberse impactado contra una superficie dura; es decir que las víctimas estaban sometidas contra el piso.