En silencio y con la mirada fija, Marcia Muñoz siguió la audiencia del miércoles 2 de febrero. Ella denunció el presunto asesinato de su hermana Silvia Patricia, 43 años, y sin reparos inculpó a Juan M., conviviente de la víctima.
Una llamada de un vecino alertó a la Unidad de Policía de Chillogallo, la mañana del lunes 31 de enero. Al acudir, los agentes descubrieron el cuerpo sin vida de Silvia en la casa de Juan.
A las 15:30, media hora después de las diligencias, la vivienda de bloque y concreto estaba lúgubre y desolada. Está en el lote número 81 del barrio San Mateo, en el sur de Quito.
En el parte policial del levantamiento del cadáver se indicó que en la vivienda se halló a Silvia, acostada sobre una cama y con manchas de sangre. Junto a ella encontraron a Juan, albañil de 51 años. Él, luego de su regreso de España, se unió con la hoy víctima.
Se señaló que su cuerpo ya empezaba a descomponerse. Por eso sus familiares ni siquiera tuvieron tiempo para velarla, pues la trasladaron desde la morgue directo al céntrico cementerio de San Diego para su sepelio.
El de Silvia se constituyó en el caso más reciente de ‘femicidio’ en el país, como Verónica Espinosa, directora del Departamento de Violencia Intrafamiliar (Devif), de la Policía Judicial (PJ), cataloga a este tipo de delitos. Esta tipificación coincide con el informe Femicidio en el Ecuador: realidad latente e ignorada (Flacso, 2009). Por el momento, aún no está tipificado como tal en la ley, sino que se lo considera como cualquier otro homicidio.
Entre enero y noviembre del 2010, según el Devif, se registró la muerte de 29 mujeres con señales de agresión y violencia. En enero de este año, la PJ ya reportó al menos otras tres muertes similares solo en Pichincha.
Según el estudio de la Flacso, en el 2007, por ejemplo, hubo 231 femicidios (47,61% se cometió con armas de fuego, 25,54% con objetos cortopunzantes y12,12% por estrangulamiento).
Las sospechas de Marcia se basaron en lo que contaron los dos hijos de Silvia. “Nos dijeron que mi hermana dejó a ese hombre hace un mes”, por las constantes agresiones que recibía. Arrendó un pequeño cuarto en la casa de enfrente para ir a vivir junto con sus hijos Elena y Carlos (nombres protegidos), de 16 y 13 años. Los tuvo de su compromiso anterior.
La muerte de Silvia fue violenta. En el informe de la autopsia, emitido por la doctora Ángela Salazar, de Medicina Legal de la Policía, se determinó que sufrió un corte en el 99% del ancho de su vena yugular, posiblemente causado con un estilete.
Espinosa aseguró que la violencia llega a tal punto que “existen casos de mujeres que son degolladas, arrastradas, acuchilladas, etcétera. Hay quienes las mantienen ocultas por varios días tras asesinarlas o que simplemente las desaparecen”.
Y eso pasó con Silvia. Su hija la había visto por última vez la noche del jueves, cuando iba a dejar la merienda para Juan. Como no volvió hasta el siguiente día, Elena y su hermano Carlos empezaron a preocuparse. Incluso varias veces habían preguntado a Juan y la única respuesta que les dio fue que “no está aquí, ya se fue”.
Hasta que el lunes se descubrió el macabro hecho. El parte policial agregó que apenas se dio cuenta de la presencia de la Policía, Juan intentó herirse con un estilete en la parte izquierda de su cuello. Una gasa grande cubría la parte lastimada, el miércoles durante la audiencia en la PJ.
Hasta allí fue trasladado, luego de ser detenido para las indagaciones respectivas. El martes 1 de febrero hubo una primera audiencia, la de flagrancia. Pero como en la autopsia se determinó que Silvia había muerto hace más de 48 horas, el juez ordenó la libertad de Carlos.
Pero, apenas avanzó dos pasos afuera de la puerta principal de la PJ, el presunto culpable otra vez fue detenido. Fue para que comparezca a la audiencia de formulación de cargos ante la denuncia presentada por Marcia.
Vestido con calentador rojo y chompa impermeable gruesa, Juan escuchaba con la cabeza inclinada, mientras el fiscal Iván Ron narraba los indicios. Al final, el juez XXIV de Garantías Penales, Galecio Luna, ordenó la prisión preventiva por 90 días, mientras duren las investigaciones.
Los familiares de Silvia Muñoz temen por su seguridad, ante posibles represalias. Al menos Marcia y su familia piensan cambiarse de domicilio, hoy ubicado en el norte de la capital.
También analizan sobre con quién irán a vivir sus dos sobrinos. Aunque el padre de ellos vive en Quito, prefieren que no se vayan con él. Por ahora, permanecen en la casa de su otra tía, Nancy, ubicada en el sur de esta urbe.
Marcia espera que no quede impune la muerte de Silvia, la mayor de nueve hermanos.
La recuerda como una mujer abnegada. “Estudió hasta tercer curso y trabajó como empleada doméstica, ayudante en un restaurante y últimamente en una guardería”, señaló.
Así logró que su hija avance hasta el quinto curso y su hijo hasta segundo. Además, con su conviviente había empezado a construir la vivienda en la que se la encontró muerta.
La Directora de la Devif manifestó que la muerte de Silvia y otras víctimas son consecuencia de la violencia intrafamiliar. Cada semana, su institución atiende un promedio de 500.
“Aunque no se refleja toda la realidad. Hay muchas mujeres que fallecen y no se revela exactamente cómo ocurrió”, precisó.
Incluso este delito ni siquiera está tipificado en la ley como tal, como por ejemplo ocurre en Chile y en España. En esos países se considera femicidio a la muerte causada con violencia y uso de arma de fuego o arma blanca por parte de la pareja o de alguien cercano a una mujer.