El ex Ministro de Seguridad Interna y Externa dice que se abrirán nuevos procesos para determinar los autores intelectuales de lo ocurrido el 3 0-S
Su experiencia. Miguel Carvajal Aguirre es sociólogo y tiene una maestría en Ciencias Políticas. Cuando ocurrió la insubordinación policial del 30 de septiembre estaba al frente del Ministerio Coordinador de Seguridad Interna y Externa.
Su punto de vista. El actual viceministro de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura dice que es inmadurez democrática decir que el Presidente de la República, Rafael Correa, es el culpable por lo que ocurrió el 30-S o decir que fue un autosecuestro.
Un año después de lo que ocurrió con la insubordinación del 30-S, ¿cómo analiza la responsabilidad que usted tuvo ese día como el entonces Ministro de Seguridad Interna y Externa?
Toda el área de seguridad, comenzando por mí, somos responsables de lo que pudo pasar ese día. Lamentablemente nunca tuvimos información de Inteligencia sobre la sublevación, aunque sí del malestar en las filas policiales y de las FF.AA.
¿El Gobierno no advirtió a tiempo las fallas que existían en Inteligencia?
Tuvimos problemas de Inteligencia en el ataque a Angostura (frontera con Colombia) o al menos no se informó nada al presidente Rafael Correa. Por eso decidimos crear una Secretaría.
Usted dice que se ampliarán las investigaciones sobre el 30 de septiembre. ¿Habrá nuevos procesos?
No solo es necesario identificar a los autores materiales o a quienes dispararon contra el auto del Presidente, pues son francotiradores con entrenamiento especial y continuo. Si ese día hubo actos concatenados como dice la Fiscalía, hay que ver quiénes son los autores intelectuales.
¿Además de policías, usted cree que hubo más gente?
Creemos que sí. Comenzó como un problema en el Regimiento Quito 1 (RQ1) y se extendió a otras ciudades, incluso a la Asamblea Nacional; hubo reuniones de asambleístas fuera del recinto. Pensamos que desde antes ya se desarrollaba un proceso de desestabilización política.
¿En qué sustenta eso?
Los hechos del 30-S lo evidenciaron. Desde cuando era Ministro de Seguridad Interna y Externa y antes denuncié, por ejemplo, de correos electrónicos que desinformaban dentro de las FF.AA. y de la Policía. Decían que se quitarán el seguro social de ambas instituciones, beneficios salariales. Hubo manipulación, mala fe.
¿Se ha determinado quiénes estuvieron detrás de esos mensajes por Internet?
Los e-mail son anónimos. Denunciamos y la prensa hasta llegó a burlarse al decir que estábamos viendo cucos conspirativos en todas partes. Voceros de algunos sectores como el coronel Mario Pazmiño, ex jefe de Inteligencia militar, mostraron supuestas evidencias de relaciones de miembros del Gobierno con las FARC. Querían deslegitimar la imagen.
Usted dice que se trató de un problema con acciones y conexiones, ¿como cuáles?
Los problemas en el RQ1 y en el Ministerio de Defensa, intentos de tomas de las gobernaciones de la Sierra Central por policías y sectores políticos, bloqueos y saqueos en Guayaquil, toma del aeropuerto de Quito.
Pero ese día, usted, como Ministro de Seguridad Interna, señalaba que no había un golpe de Estado.
Podemos decir que en ese momento no estábamos en un golpe de Estado, pero sí de un proceso de desestabilización política. Además, en las condiciones de crisis de ese día, solamente tuvimos informaciones parciales y no llegaban por los canales debidos. El mando policial estaba rebasado y luego inexistente.
También dijo que el Presidente no estaba secuestrado.
En las primeras horas de esa tarde, en una de mis intervenciones, yo digo que el Presidente no estaba secuestrado. Aparte de la poca información que recibíamos, quería bajar las tensiones. Minutos después el Presidente dijo que sí está secuestrado.
Ese día se estableció un rescate militar del Presidente, pero ¿cómo confiar si las FF.AA. también participaban de la insubordinación?
En los hechos participaron miembros de la Policía y de las FF.AA. En la Policía se perdió el mando, pero nunca en las FF.AA. y estas cumplieron con la misión constitucional de proteger la vida del presidente Correa.
¿Por qué se usaron armas en el rescate, sabiendo que se trataba de un hospital?
Una casa de salud donde corría riesgo la vida del Primer Mandatario y no se lo dejaba salir. La disposición se dio luego de agotar todos los esfuerzos. Se ordenó por los mandos correspondientes y a los militares se les dijo claramente que sea con acciones disuasivas y muchos fueron con armamento no letal. El operativo se adelantó unas horas, porque las FF.AA. interceptaron mensajes en la radiopatrulla incitando a la muerte del presidente Correa.
¿Y eso llevó a que haya disparos incluso contra habitaciones de pacientes?
Todo operativo tiene riesgos y las FF.AA. y varios elementos del GIR y del GOE actuaron con profesionalismo. Por eso, las víctimas son personas que estaban en el rescate del Presidente.
Usted señala que con sus mensajes buscaba bajar la presión sobre el Hospital de la Policía. ¿No fue contradictorio cuando el canciller Ricardo Patiño llamaba a rescatar al Presidente?
Todo lo contrario. Sí había una presión social y los ciudadanos también tienen derecho de proteger la democracia y al Presidente.
¿Hasta ahora no están identificados esos autores intelectuales a los que usted se refiere por estos hechos?
Algunos están con procesos judiciales. Pero dónde están aquellos que recibieron con balas a las FF.AA. y los que dispararon contra Froilán Jiménez. Quiénes son los francotiradores intelectuales, los que estuvieron detrás de la organización de esos hechos. Creo que se buscaba frenar las reformas internas de la Policía.
A propósito, ¿cuánto se ha avanzado en ese proceso?
Creo que ha avanzado muy poco. Como ministro de Seguridad Interna dejé lista la Ley Orgánica de la Policía, se había desarticulado el GAO y procesado a algunos miembros por una serie de denuncias por violación de los derechos humanos.
¿El Gobierno ha analizado la posibilidad de reconciliaciones para cerrar la herida que abrió el 30-S?
Toda herida tiene que cerrarse, pero no una que está infectada por la impunidad. Mañana hechos como los del 30-S pueden ocurrir contra un gobierno de otro signo político o ideológico.