Imagen referencial. Esmeraldas cuenta con una ruta étnica en los cantones del norte de Esmeraldas donde se muestra los atractivos en las poblaciones. Foto: EL COMERCIO
Los indígenas awá de Ecuador veían los actos de violencia, protagonizados por grupos armados ilegales, como un problema de Colombia.
Sin embargo, los atentados en el norte de Esmeraldas alertaron a los dirigentes de esta nacionalidad, que ocupa un territorio comunitario de 129 684 hectáreas, entre las provincias fronterizas de Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos e Imbabura.
Según Florencio Cantincuz, presidente de la Federación de Centros Awá del Ecuador (FCAE), ninguna de las 27 comunidades, en donde habitan 5 388 personas, han sido afectada de forma directa por la escalada de violencia.
Sin embargo, reconoce que hay temor especialmente entre los moradores de Mataje Alto, el punto más cercano a la cabecera parroquial, conocida por los indígenas como Mataje Bajo.
En esta última localidad, perteneciente al cantón San Lorenzo (Esmeraldas), un artefacto explosivo terminó con la vida de 4 militares y se señala como el sitio en donde fueron secuestrados tres miembros del equipo periodístico de este Diario, en marzo pasado.
En Mataje Alto habitan 551 personas que trabajan en la agricultura y como jornaleros. El enfrentamiento armado en el vecino poblado de El Pan, en febrero último, provocó la salida masiva de la población de este caserío y de Mataje Bajo, cuyos habitantes son afrodescendientes y mestizos en su mayoría. Pero los awá no abandonaron sus tierras.
“En nuestras comunidades nos sentimos más seguros”, comenta Manuel Taicuz, líder de la parcialidad de El Baboso, situado en la parroquia Tobar Donoso, Carchi.
La mayor parte del territorio awá está formado por bosques tropicales, en donde los indígenas cultivan alimentos y reproducen prácticas milenarias como la cacería y la pesca.
Los centros poblados tienen viviendas dispersas. Las casas son de madera, tienen techos de láminas de metal, que reemplazaron a las cubiertas de hojas de palma y plátano.
Los awá del Ecuador mantienen fuertes vínculos con sus hermanos de Colombia, en donde vive la mayor parte de la población de esta etnia.
Incluso este pueblo ancestral trabaja en proyectos comunes para el rescate y fortalecimiento de su cultura y defensa de los territorios comunitarios, a través del llamado comité de la Gran Familia Awá.
Esta organización ha identificado los inconvenientes que amenazan a esta nacionalidad.
En el lado ecuatoriano, indica el Comité, han debido enfrentar los intentos de expansión minera, maderera y agrícola, así como también la contaminación de la tierra y el agua con agroquímicos.
En Colombia, los principales inconvenientes están vinculados con la presencia de grupos armados y los cultivos ilícitos de coca, que han provocado desplazamientos forzados de los indígenas.
Entre las localidades ecuatorianas que han sido testigos de estas experiencias están:
Ishpí y Tarabita, en la provincia del Carchi, que ha recibido por más de una ocasión a los awá de la vecina nación.
Manuel Taicuz recuerda que entre el 2012 y 2013 era común que familias enteras cruzaran el río Mira, para refugiarse en Ishpí, cada vez que había enfrentamientos armados entre guerrilleros y la fuerza pública, cerca a los territorios ancestrales de Ricaurte, Colombia.
“Luego de una semana retornaban. De esos desplazamientos ni las autoridades se enteraban”, asegura Taicuz.
Para Rocío Cachimuel, presidenta de la Federación de Indígenas y Campesinos de la Sierra Norte, los nativos de las nacionalidades transfronterizas como los awá, épera y chachi son el ejemplo más claro de las llamadas fronteras vivas, a pesar de que no han recibido atención del Estado ecuatoriano.
“Esos pueblos y nacionalidades han logrado defender sus territorios, mediante la aplicación de sus sistemas de administración. Si no estuvieran en esa zona, la depredación de los recursos naturales y la presencia de grupos que actúan al margen de la ley serían más fuertes”, comenta.
Las organizaciones FCAE de Ecuador, y Unidad Indígena del Pueblo Awá, Cabildo Mayor Awá de Ricaurte y la Asociación de Cabildos Indígenas del Pueblo Awá del Putumayo, de Colombia, han optado por la autonomía e independencia.
La estrategia de la nacionalidad awá, explica Cantincuz, ha sido mantenerse al margen de todos los actores del actual conflicto armado.
En las comunidades, los dirigentes recomiendan -especialmente a los jóvenes- evitar vincularse con actividades ilícitas y grupos ilegales.
El tema de la violencia que se ha desbordado de Colombia a Ecuador será uno de los puntos que se tratará en la próxima asamblea binacional de la Gran Familia Awá. La cita está prevista del 14 al 18 de junio, en la comunidad de Palmira de Toctomí, en Imbabura.
Ahí, los líderes colombianos compartirán sus experiencias, como la conformación de los guardias indígenas: un grupo de personas elegidas por la comunidad, que se encargan de evitar que gente ajena ingrese a sus territorios. También, ese colectivo imparte justicia de acuerdo con sus costumbres y tradiciones.