Mi hijo Cristhian fue asesinado hace 14 meses cerca de nuestra casa. El 1 de agosto del 2010, a eso de las 04:00, él fue disparado por dos policías.
La noche anterior, mi muchacho estaba compartiendo unas bebidas con otro de mis hijos y con unos amigos del sector, en frente de nuestra vivienda. No celebraban nada especial, solo estaban conversando.
Él trabajaba para una empresa que prestaba servicios para Electroguayas, pero por esos días estaba sin trabajo.
Alrededor de las 04:00, un hijo mío de crianza, que vive cerca, escuchó que Cristhian se subió a la motocicleta. Había dicho que iba a comprar cervezas. Él, que estaba en su casa, se quedó esperándolo. No pasaron ni ocho minutos cuando observó que cruzó Cristhian a toda prisa en la moto, y vio que un patrullero iba detrás. Decidió seguirlo y vio que el de la moto giró la cuadra… entonces escuchó los disparos.
Cristhian estaba en el piso y un patrullero estaba cerca. Las puertas del vehículo se encontraban abiertas. Mi muchacho tenía tres heridas de disparos en el cuerpo. Entonces mi otro hijo gritó a los policías: ¿por qué le dispararon? Uno de los uniformados contestó: no, aquí nadie ha disparado, él se cayó de la moto. El otro dijo, en cambio, que hubo un enfrentamiento a bala con una pandilla.
Los policías estaban más preocupados porque vinieran sus refuerzos. Pasaron como 20 minutos y recién lo llevaron al Hospital Naval. Allí dijeron que su situación era crítica, que no podían hacer nada, que mejor lo lleváramos al Luis Vernaza.
Ya en ese hospital, mi hijo de crianza tuvo la precaución de anotar las placas del patrullero en que se movilizaban los dos policías que estuvieron en el sitio. Con eso luego se los pudo identificar.
Cristhian murió por hemorragia aguda, causado por un proyectil que ingresó en su cuerpo. La bala entró por la espalda, salió por un costado e impactó en el brazo.
Los agentes de Criminalística nunca llegaron al lugar, porque los uniformados que dispararon no les habían informado. ¿Por qué?, porque sabían que ellos habían cometido el delito.
El fiscal Manuel Uriguen tomó el caso e hizo el seguimiento. Recopiló testimonios de los testigos, realizó el reconocimiento del lugar y toda esa investigación duró seis meses. Pero en ese tiempo no pasó nada con los uniformados que dispararon, no supe si alguna vez la Policía los llamó a un consejo de disciplina o algo así.
Cuando terminó la indagación, el fiscal pidió que procesara a los policías por ser los presuntos responsables del asesinato. El Juez lo ratificó, dijo que se trató de un disparo a mansalva. El Juez llamó a juicio y ordenó la detención de los policías Nixon G. y Luis C. Con esa orden se aprehendió a uno, pero el otro sigue prófugo.
No notificaron la audiencia
La audiencia pública de contradicción, en la cual la II Sala de lo Penal debía resolver sobre el recurso de nulidad, tenía que realizarse el 19 de septiembre. Pero ese día la Secretaria de la Sala dijo que se suspendía, porque estaban en un “inventario”. Ese mismo día, nuestro abogado, Héctor Vanegas, presentó un reclamo por la suspensión y pidió que se señalara nueva fecha para la audiencia. Esa nueva notificación nos llegó el 26 de septiembre, y en ella se fijaba el lunes 26 de octubre, a las 16:00, para la audiencia el lunes. Pero en realidad no cae lunes, sino miércoles.
Entonces esperamos a que llegara el día indicado. Sin embargo, para nuestra sorpresa, y allí viene lo increíble, el 10 de octubre nos notificaron que la audiencia ya se había realizado el 26 de septiembre, o sea el mismo día en que recibimos la segunda notificación que aplazaba la audiencia.
Como estábamos notificados para el 26 de octubre, obviamente no acudimos a la audiencia que se realizó el 26 de septiembre. Curiosamente, la otra parte sí acudió a esa audiencia. ¿Cómo es que nosotros fuimos notificados con una fecha y la defensa de los policías con otra?
¿A ellos le entregaron otra notificación? Y si fue una confusión de la secretaria, ella tenía la obligación de avisarnos. Además, el Tribunal no debía realizar la audiencia del 26 de septiembre, porque no estaba presente una de las partes, nosotros los acusadores.
Esos conjueces y ese tribunal aceptaron el recurso de nulidad. Declararon nulo todo lo hecho por el Fiscal y devolvieron el expediente. Ahora pedimos con nuestro abogado que se anule el fallo de la Sala, porque nunca se nos convocó para esa diligencia. Y solicitamos además que se destituya a los jueces Henry Morán, Guillermo Freire y Helen Mantilla e incluso a la Secretaria de la Sala. Esperamos respuesta para hoy.
Era mi tercer hijo
Mi vida no ha sido igual desde que perdí a mi hijo. Son los hijos los que deben enterrar a los padres, no al contrario. Él era el tercero de mis cinco hijos, de dos compromisos. La violencia en Guayaquil y en país es real.
Él era un muchacho muy alegre, divertido, cariñoso y empeñoso. Trabajaba para mantener a su hija, que tenía cinco años cuando su papá murió.
La niña, que ahora tiene seis años, pensaba que su papá estaba dormido, pero luego entendió lo que le había pasado. Por eso siento que para nosotros, las personas pobres, la Justicia es más esquiva. Creo que no tenemos el acceso que quisiéramos.
Ahora espero que se juzgue y se condene a quienes son los responsables de muerte de mi hijo.