María Gómez y Elvira Villacís, madre y hermana de Óscar, gestionan una reunión con el Presidente de Colombia.
Foto: Juan Carlos Pérez para EL COMERCIO
Hay días en que las familias de la pareja secuestrada por disidentes de la guerrilla, en la frontera colombo-ecuatoriana, imaginan a los jóvenes en sus habitaciones y despertando como cualquier día, con un saludo de buenos días.
Katty Velasco Pinargote se anunciaba así y luego iba hasta al cuarto donde estaba su hija de 4 años, que desde que nació se acostumbró a dormir abrazada a su abuela, Adelaida.
Le daba un beso en la frente a su progenitora y luego un abrazo a su niña, como parte de una rutina que aún está presente.
En casa de Óscar Villacís Gómez, en cambio, sus familiares se despertaban con sus ruidos y risas. Hablaba con un tono de voz sonoro y por eso se ganó un apelativo que le puso su madre, María. “Ya se levantó el bullicioso”, le decían con cariño cuando saltaba de la cama a la pequeña sala donde todos los días ella lo esperaba.
Ahí le hacía la señal de la cruz en la frente, luego desayunaban y se despedían con un abrazo para ir a las labores de construcción y gastronomía, que cada quien ejercía para subsistir.
Estas dos familias santodomingueñas mantienen así el recuerdo de Katty y Óscar para no perder la esperanza de que sean rescatados con vida.
Su ilusión de tenerlos de vuelta en casa no se ha desvanecido, pese a que no se sabe nada de ellos desde hace más de un mes.
Según las familias, el contacto con la pareja de novios se perdió el 12 de abril del 2018, pero el Gobierno confirmó cinco días después -el 17 de abril- que habían sido secuestrados por las disidencias de la guerrilla de las FARC. Esto se conoció luego de que se difundiera un video en el que se ve a la pareja mencionar las exigencias del grupo disidente.
De acuerdo con la Policía, el plagio ocurrió en una zona denominada Puerto Rico, en lado colombiano. Katty, de 20 años, y Óscar, de 24, habían viajado por la ruta Santo Domingo-Esmeraldas- San Lorenzo- Imbabura-Carchi, en una motocicleta, con la intención de ir de compras a la zona de Ipiales. Ahí el joven también pretendía visitar a sus familiares.
La versión de las autoridades es que el chico fue a cobrar un dinero por la venta de una moto.
En los hogares la tristeza está presente cuando ven que en sus dormitorios no están ellos y solo aparecen sus pertenencias y objetos de recuerdos.
Entre los Velasco-Pinargote, la que más sufre es la hija de Katty.
Durante este tiempo intentaron desviar la atención de la menor, pero cierto día escuchó en las noticias el nombre de su madre y rompió en llanto al verla en un video con cadenas en las manos. Su tía Ana Velasco le explicó que la situación terminaría pronto y que regresaría en unas semanas.
Desde que supo del secuestro, la pequeña sueña con su madre y a su abuela le confesó que soñó que fue liberada, pero le extrañaba que no llegara para llevarla a la escuela.
La abuelita pierde el sueño cuando escucha los deseos de su nieta. Y así se pasa en vela hasta que amanece.
En el centro de la sala de la vivienda de un piso de la familia Velasco hay una pequeña mesa con un televisor, y sobre la pared contigua están pegadas las fotografías de Katty.
También están las flores rojas que los hijos de Adelaida le llevaron por el Día de la Madre.
Ese día hicieron una comida, pero tan pronto empezaron a servirla se les vino la tristeza y perdieron el apetito. Por primera vez, una de sus seis hijas no estaba en la celebración.
En la casa de Óscar también hay muchos recuerdos. Los familiares muestran el mueble donde el chico estuvo por última vez frente a su hermana Elvira. Sentado, el joven le dijo, alzando la voz, que cuando regresara del viaje a Colombia celebraría como todos los años su cumpleaños junto a ella.
El 8 de junio Óscar cumplirá 25 años y su madre no pierde la esperanza de que regrese para prepararle la torta que le gusta.
La preocupación de la familia no es solo emotiva sino económica , pues los recursos cada vez hacen más falta.
Ana Velasco, por ejemplo, invirtió el capital que tenía de su negocio de venta de ropa en los viajes que destinó para las reuniones con las autoridades.
En el momento, su padre es el único sustento del hogar y desde Guayaquil envía algo de dinero para sobrevivir.
Elvira Villacís se quedó sin empleo, porque en el restaurante donde trabajaba la sustituyeron ante su ausencia. Su madre usó sus ahorros para mantener una parte de los gastos de la casa, pero se empezaron a acabar.
Las dos familias están organizando rifas para financiar un viaje a Colombia para reunirse con el presidente Juan Manuel Santos y solicitarle información sobre sus parientes. El Obispo de Ipiales ha ofrecido ayudarles.