Las voces de los presos se escuchan a lo lejos. En el corredor del pabellón C del ex penal García Moreno los detenidos caminan de extremo a extremo. Otros están en las pequeñas celdas. En cada una permanecen hasta tres internos, aunque la capacidad es para dos.
Un informe de la Dirección Nacional de Rehabilitación Social (DNRS) revela que a julio del 2010, de los 41 centros penitenciarios que a esa fecha operaban en el país solo en 11 no se determinó hacinamiento.
En Cuenca, desde su apertura en 1957 la cárcel de varones se mantiene solo con 12 celdas. Este centro tiene capacidad para 126 personas y están internas 490.
Antes, el inmueble de 5 000 metros cuadrados era ocupado como un recinto para ferias.
Estaba en la zona rural (parroquia Bellavista), despoblada y con abundante vegetación. Con el crecimiento urbanístico entró a la zona urbana y ahora está a 10 cuadras del Centro Histórico.En la actualidad, ese centro penitenciario quedó en medio de las casas apiñadas que sirven como viviendas y negocios. El director, Pablo León, admite que hay hacinamiento y que no es una novedad. Hay un importante número de presos que duermen en el piso sobre cartones. Gloria N., de 49 años, tiene a su sobrino (implicado en robo) en esta cárcel.
Ella contó que ningún jueves de visitas puede faltar porque le lleva las dos colchas para cambiar por otras usadas durante la semana.
Lo único que mejoró en algo es las protecciones para la seguridad en los accesos principales.
Hace unos meses se pintaron las paredes, se readecuaron los talleres y baños, y se adecentó el patio central, explicó León.
Luis L., contó que al interior los únicos presos que están en una celda distinta son los involucrados en tránsito y pensiones alimenticias. El resto (algunos que han cometidos delitos menores) -dijo- está mezclado con los presos peligrosos acusados de asesinatos, violaciones y robos.
“Acá hay gente que no le interesa cambiar y que siguen extorsionando a los más débiles”, dijo otro detenido involucrado en un robo.
“No se puede hablar de rehabilitación sino de escuelas del delito”, dijo Luis L. Él también cree que los espacios reducidos de las celdas estresan y causan tensión.
En esta cárcel se han registrado riñas internas, que incluso han dejado muertes. Precisamente por el hacinamiento permanente, desde hace más de cinco años las autoridades del centro han solicitado y gestionado la construcción de una nueva cárcel.
Hace dos años, el Ministerio de Justicia dio su aval, pero el proyecto está empantanado en la definición final del sitio. El Municipio realizó estudios en dos sectores (Ictocruz y Challuabamba) pero los habitantes se oponen porque creen que una cárcel en su zona les generará inseguridad e intranquilidad.
Igual panorama se repite en el ex penal García Moreno. Su capacidad es para 598 personas, pero hasta ayer estaban retenidas 898.
Sus celdas, construidas para dos prisioneros, ahora albergan hasta a tres. Un interno que allí cumplió una pena señaló que el hacinamiento impide una rehabilitación verdadera.
En la cárcel número 3, que funciona junto al ex Penal, fue construida apenas para 40 detenidos pero al lugar han llegado hasta 367. En cambio, en la Penitenciaría del Litoral hay una sobrepoblación de por lo menos 1 340.
La cárcel de Babahoyo, que fue levantada para 41 personas, ahora recibe hasta 224 internos.
¿Cómo superar este problema? Alexandra Zumárraga, quien hasta el jueves de la semana pasada fue directora nacional de Rehabilitación Social, dice que la solución es la ampliación y la apertura de nuevos centros penitenciarios en el país. “En este momento se abrieron los pabellones de mediana y de máxima seguridad en Santo Domingo de los Tsáchilas, con una capacidad para más o menos 700 personas”. El 11 de octubre pasado, en medio de un fuerte resguardo policial y militar, 80 internos del ex penal García Moreno y los trasladaron a la nuevas instalaciones de la cárcel de esa provincia. Esos internos son considerados de mediana peligrosidad y en el ex Penal pagaban penas por narcotráfico o por delitos contra la propiedad, como robo o asaltos a domicilios.
El pasado jueves también se abrió el nuevo centro de rehabilitación social de Sucumbíos, que tiene capacidad para recibir a 594 presos. Según el Ministerio de Justicia, en este complejo penitenciario se invirtieron cerca de USD 10 millones. Cuenta con tres pabellones, uno de mínima seguridad, otro de mediana y un tercero para detenidos de máxima seguridad. El Ministerio de Justicia señala que “cada uno tiene tres plantas equipadas con tecnología que brinda total seguridad y permite un mejor trabajo de los guías penitenciarios”.
El 26 de junio del 2007, cuando se firmaba el Decreto 441 y se destinaban USD 40 millones a la emergencia carcelaria, el presidente Rafael Correa decía que con el plan de atención se disminuirá la sobrepoblación.
Los familiares de los presos también piden mejorar las condiciones para la rehabilitación. En Cuenca, los talleres de carpintería, artesanal, forja y manualidades se mantienen con una participación temporal de presos.
Quito
‘En la billetera tenía USD 200’
Carmen Martínez
Víctima de la delincuenciaComo de costumbre, el domingo, más o menos a las 18:00 salí a hacer las compras para la semana en compañía de mi hija y una amiga. Había mucha gente en el supermercado, mientras veíamos el precio de las pesas, en el último pasillo, una mujer, de aproximadamente 40 años se nos acercó a preguntarnos acerca de la eficacia de una de las balanzas.
No nos percatamos de la presencia de la señora, pues obstruía la visión del carro de compras, donde también tenía mi cartera.
Cuando llegué a la caja y quise cancelar me di cuenta que me habían sacado la billetera con todos los documentos. Me acerqué a servicio al cliente y les conté lo que me había sucedido. Por el altavoz preguntaron si alguien había encontrado mi billetera, esperé una hora, pero nadie se acercó. En la billetera tenía USD 200 que iba a utilizar para comprar ropa a mi hijo.
Un empleado me dijo que así suelen robar las carteras en el supermercado, pero que solamente toman el dinero y dejan los documentos en las perchas. Regresé el lunes, busqué yo misma en los estantes, pero no hubo resultados.
La propuesta
Orientar y coordinar
Alejandro Saavedra/ Sacerdote y catedrático
Ante la situación de inseguridad ciudadana es fundamental coordinar fuerzas e instituciones que permitan trabajar en conjunto y analizar críticamente la situación conflictiva. La Policía Nacional debería organizar a las instituciones orientadas a la proyección social comunitaria.
Los sacerdotes tenemos la oportunidad de darnos cuenta con capacidad crítica de los puntos débiles de la seguridad.
Existe mucho movimiento a nivel de las parroquias y desde ahí podemos ayudar y orientar.
El tema de fondo es que debemos coordinar, no dispararse entre las instituciones. Es necesario aprender a escuchar, de tal manera que podamos hacer un trabajo en conjunto por el tema de la seguridad ciudadana.
Con las universidades, por ejemplo, podríamos generar un proyecto educativo de seguridad, de formación cívica de valores en la ciudadanía. La parroquia El Girón va a promover foros de participación ciudadana, como aporte a la construcción de una ciudad segura.
La misma situación de peligro, cuando se es víctima de la delincuencia, causa temor y eso hace que huya el sentimiento de colaboración. Hay iniciativas ciudadanas muy válidas que parten de algunas instituciones y universidades. Estas permiten abrir un diálogo sobre valores y apuntan a la formación del hombre que se proyecta hacia el bien común de la sociedad.