Al menos 16 sitios del Centro Histórico de Quito están tomados por el microtráfico de alcaloides.
Los vecinos de estos sectores, la Secretaría Metropolitana de Seguridad y la Policía Nacional atribuyen a ese problema la agudización de la inseguridad y de la delincuencia en la ciudad.
La Dirección Antinarcóticos de Pichincha tiene identificados 76 puntos de expendio de droga al menudeo en la ciudad. Además, en los primeros seis meses de este año se han decomisado 285 kilos de drogas y se ha detenido a 309 personas supuestamente dedicadas a esta actividad ilícita.
La Secretaría de Seguridad lo reconoce como uno de los mayores problemas de la capital. “Ya no es que nosotros tenemos aquí la droga y la pasamos a Europa o EE.UU., sino que en Quito tenemos algunos barrios donde hay distribuidores de droga”, asegura Lourdes Rodríguez, secretaria general de Seguridad.
Ni la Plaza Grande y sus cercanías están libres, según Rodríguez. Además, están sectores como la plaza de Santo Domingo, San Blas, El Ejido, plazoleta del Consejo Provincial y otros (ver mapa) como los puntos más críticos. Según un agente de la Policía Antinarcóticos de Pichincha, “son zonas de alto expendio”.
El uniformado y Rodríguez coinciden en que esta actividad delictiva agrava la inseguridad de vecinos y de turistas que visitan el Centro Histórico de Quito. “El crimen y las bandas organizadas van tomándose los barrios. En vez de que haya una tienda o la señora que venda plátanos o papas, ahora tenemos señores que venden droga y le convencen hasta a la tendera de que se vuelva su socia”, señala la funcionaria.
El oficial de Antinarcóticos agrega que “se vuelve un medio de sustento. Para aparentar que se trata de consumidores, andan con cuatro o cinco paquetes. Eso imposibilita que jueces de flagrancia dicten orden de prisión en contra de ellos. Por eso, pese a ser detenidos con frecuencia, se mantienen en la actividad”.
A cualquier hora del día, incluso en las madrugadas, es frecuente encontrarse con grupos de microtraficantes de droga al menudeo que rondan las calles y esquinas a la espera de sus clientes.
Un empleado de un local de comidas ubicado junto a la Plaza Grande manifiesta que estos atraen a los delincuentes, que llegan para abastecerse. “Pero estos aprovechan para asaltar a los transeúntes y por eso en la noche, pasadas las 22:00, casi nadie se arriesga a visitar el Centro His-tórico”, señaló.
La propietaria de un local de la calle Flores (sector Santo Domingo), asegura que su zona está cada vez más insegura. En este sector se encuentra el museo Santa Catalina de Siena, visitado más por turistas extranjeros.
La comerciante cuenta que ella es testigo de cómo a los visitantes les arranchan las cámaras fotográficas y otras cosas.
Además, dice que apenas se descuidan se llevan algunos ar-tículos de sus locales y que son frecuentes los robos a transeúntes y turistas. “Nosotros no podemos hacer nada por temor”.
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Los comerciantes atribuyen ese ambiente de inseguridad también a la presencia de mujeres que deambulan por las calles del Centro Histórico. “Yo he visto cómo algunas de ellas sacan de sus carteras algo y entregan a quienes se les acercan. A veces arman riñas que ni los policías pueden controlar, porque hasta a ellos les amenazan”, manifestó la propietaria de otro almacén.
Eran las 21:30 del miércoles, tres mujeres y luego dos más se sentaron en el umbral de la puerta secundaria de la iglesia de Santo Domingo. Ni se inmutaron ante el paso por el sitio de cinco policías metropolitanos.
Dos de los uniformados comentaron que ellos solo realizan control de las ventas ambulantes y de indigentes. “Tampoco nos arriesgamos a desalojarlas, peor a detenerlas, porque a veces quieren agredirnos. Incluso hay hombres que son sus cómplices”, contó uno de los policías metropolitanos. Agregó que estas mujeres permanecen ahí hasta la madrugada.
Un oficial de la Dirección Nacional de Antinarcóticos de Pichincha corroboró al decir que para ellas “esta es una forma de subsistencia. Además, un distribuidor busca varios ‘secretarios’ para que deambulen surtiendo al consumidor. Si se le detiene a uno, enseguida otro lo cubre”.
La Secretaria de Seguridad Metropolitana insistió en que “ya no podemos combatir a los grupos organizados con un uniformado que sale a patrullar. La Policía debe hacer inteligencia para saber dónde se reúnen los jefes y quiénes son distribuidores. Atacar con equipos especializados”.
Hasta que eso ocurra, los vecinos y comerciantes de la calle Espejo, por ejemplo, prefieren cerrar sus locales antes de las 18:00 e irse, para evitar ser víctima de un asalto cuando el sector quede desolado. De su lado, el Ministerio de Interior planifica mejorar la vigilancia en el Distrito Metropolitano. Se tiene previsto incrementar el número de policías aunque la cifra no está definida