María Elena Vaca Enviada a Galápagos
El aullido de los lobos marinos y el choque de las olas a orillas del océano Pacífico fueron la música de fondo en San Cristóbal.
El sábado, unas 200 personas asistieron al Festival Beagle 200. Por seis horas hubo danza, música, cuerpos pintados y moda, con la ecología como tema de fondo.
Un invitado de honor
Randal Keynes, tataranieto de Charles Darwin, fue invitado de honor. Él sembró una semilla de calandrinia y escalecia, especies endémicas de San Cristóbal, en peligro de extinción.
Fabrizio Vásquez pintó cuerpos en el escenario. La llamó Evolucionarte. Sobre la piel de las modelos pintó lobos marinos y piqueros. Él pidió a Keynes que completara su obra. Él escribió sobre el cuerpo de una modelo: Conserve the nature.
El organizador del Festival, Iván Vásquez, quiso involucrar a la comunidad en el tema de la conservación. “Desde el arte es posible hablar de contaminación y las secuelas del cambio climático en las Islas”. A las 19:00 (hora insular), el escenario estaba listo. En la plaza central, cerca de 100 lobos marinos tomaban una siesta a orillas del mar.
A las 20:00, con un abanico de telares verdes, el grupo de danza Evolucionarte, integrado por jóvenes galapagueños, abrió el encuentro. Llevaron a escena la obra Primera (era su bautizo escénico). En su danza, seis pequeñas orugas trataban de sobrevivir pese a la contaminación. Al final se volvieron mariposas.
El bailarín Omar Toscano confesó antes de salir que sentía nervios. Pero el público premió sus piruetas con aplausos.
Luego el grupo guayaquileño Madera, comenzó su actuación con la canción Lamento boliviano. La gente empezó a moverse al ritmo de la música.
Después los hermanos Belén y David Vásquez exhibieron 18 de sus diseños sobre el escenario. Su ropa era de color verde y fucsia, con imágenes de la fauna local. En el público,
Franklin Sotomayor, de 65 años, no se cansaba de mandar besos y aplaudir a las seis chicas que desfilaron.
El grupo Arkabuz, radicado en Galápagos desde 2006, fue el siguiente en escena. Angélica Tejada confesó que no imaginaba que sus vecinos en el parque central fueron músicos. “Y tocan bien, está bacán”. Hugo Idrovo se emocionó al verlos. Su hijo Federico es guitarrista en la banda.
Luego trío Insular cantó Cinco centavitos y Si tu me dices ven, entre otras del repertorio nacional. Para Tatiana Grijalva, vendedora de artesanías en el malecón, llevar música y arte a la isla fue “buena, porque así evitamos que el turismo se vaya, y no consuma en nuestra zona”. Lo dice por un estudio del Municipio de San Cristóbal, que revela que el dinero que dejan los turistas en la provincia se va en un 90% al exterior.
Hugo Idrovo cerró el Beagle 200 poco después de la medianoche. Cantó En la lobería, Rompe la leña para el fuego, Vivir, Gringa loca y estrenó Niño cucú. Cerró con un grito: “¡Unámonos para salvar nuestro ecosistema!” . Como para secundarlo, los lobos marinos, que minutos antes descansaban en silencio, aullaron. Y el público, en minga, recogió los desperdicios del malecón.