Rivalidad entre bandas en cárceles se traslada a barrios de Durán y Guayaquil

Un grupo de militares vigila las afueras de la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Un grupo de militares vigila las afueras de la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Un grupo de militares vigila las afueras de la Penitenciaría del Litoral, en Guayaquil. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Eran al menos 30 hombres. Vestían ropa ligera, zapatillas y gorras. Llegaron en motocicletas y algunos mostraron sus pistolas y revólveres.

Con actitud desafiante se desplazaron por las calles de El Recreo, un barrio popular de Durán, en Guayas. Sus vecinos cuentan esas escenas.

Este Diario habló con ellos y dicen que con aerosoles pintaron en una pared las palabras ‘Chonero Killer’, que traducido al español significa ‘Chonero asesino’. Ese grafiti lo repitieron 25 veces en distintos muros. La Policía tiene un informe de estos hechos y advierte que eso refleja cómo las bandas marcan sus territorios.

Las frases fueron pintadas un día antes del enfrentamiento que se registró en la Penitenciaría de Guayaquil y que dejó 11 presos muertos.

Los gendarmes saben que esa riña se produjo por la disputa de poder que mantienen Los Choneros y Los Lagartos.

Hoy, las investigaciones muestran que esa rivalidad se trasladó a las calles.
Los agentes han detectado que desde las celdas ordenan los asesinatos de sus enemigos que están en libertad.

Cifras oficiales hablan de un incremento en el número de decesos violentos este año.

Según las estadísticas de la Dinased (unidad que indaga este tipo de muertes), entre el 1 de enero y el 10 de agosto, en el Puerto Principal, Samborondón y Durán se cometieron 217 crímenes. En ese mismo período del 2019 se registraron 156 casos.

Los meses más violentos fueron enero, junio y julio. La mayoría de hechos se perpetró en espacios públicos.

En Durán, los vecinos repintaron las paredes que fueron marcadas por las bandas. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO

Hace nueve días fue atacado un hombre en una parada de Urdesa, una zona comercial del norte de Guayaquil. A las 17:00, dos hombres en una moto le dispararon cuatro veces.

Lo mismo ocurrió en un centro comercial de Samborondón el 20 de julio pasado. La víctima fue un extranjero. El hecho quedó grabado en una cámara. Allí se mira a un joven que le dispara tres veces.

En ese caso, la Policía habló de “economías ilegales ligadas a la venta de drogas”.

Datos oficiales muestran que el 80% de las muertes violentas son provocadas por amenazas, riñas y microtráfico.

Los investigadores dicen que detrás de los asesinatos están las bandas de las cárceles.

Actualmente hay una disputa de territorios para la venta de droga en Guayaquil. Los agentes indican que los grafitis de las mafias muestran también el lugar en donde expenden los narcóticos.

Los mensajes también han llegado a barrios, como los Guasmos, Esteros y más sectores del sur de la ciudad.

La Policía advierte que en esos sitios hay familias enteras que se dedican a delinquir.

Los agentes aseguran que cuando uno de sus miembros es acribillado no denuncian y en las escenas de los asesinatos encuentran solo el cadáver.

“La gente se aleja. Nadie sabe nada. Nadie escuchó nada. No colaboran con nosotros”, dice un investigador de la Dinased.

Los uniformados además tienen reportes de que los grupos han montado células de jóvenes, entre 18 y 30 años, para perpetrar los ataques.

A inicios de julio. Dos hombres fueron asesinados a la misma hora en distintos sitios. En los dos casos, los responsables se movían en motos.

Por eso han aumentado los controles. Más de 200 uniformados llegaron a Guayaquil la semana pasada para reforzar la seguridad ciudadana.

En los barrios, los vecinos piden más control y repintaron los mensajes de las bandas.

En contexto

El pasado 11 de agosto, el presidente Lenín Moreno decretó el Estado de Excepción en las cárceles del país. El Mandatario pidió a las FF.AA. que asuman el control de los centros para evitar “más caos” provocados por las mafias que operan desde las celdas.

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