Compartir vídeos y fotografías íntimas es una práctica común en los últimos años. Foto referencial: Pixabay
Compartir fotografías y videos de carácter sexual de otra persona atenta contra la intimidad y en algunos casos se convierte en material de extorsión y chantaje que tiene consecuencias en la vida privada de las víctimas. Así lo explica Gissela Echeverría, terapeuta familiar sistémica.
La especialista menciona que el compartir vídeos y fotografías íntimas es una práctica común en los últimos años, debido al desarrollo de las nuevas tecnologías y a la permanente conexión a Internet. Sobretodo los adolescentes son los más vulnerables, pero los adultos también lo hacen. En septiembre pasado circularon en redes sociales fotografías y vídeos de encuentros íntimos de un hombre casado con otra chica, al parecer otra de las mujeres con las que salía difundió todo para vengarse. Y penosamente hay quienes lo distribuyen vía WhatsApp, Facebook, Twitter, etc.
Echeverría comentó que cerca del 70% de adultos en Latinoamérica ha compartido contenido pornográfico y que más del 80% de adolescentes han visto pornografía o la ha producido.
El grabar videos de pareja en la intimidad se ha convertido en una forma de venganza y de extorsión. Menciona que ella ha tratado casos tanto de adolescentes como de adultos en esa situación. Eso es considerada una violencia de género digital. Hombres y mujeres utilizan esa forma de represalias cuando una relación termina. Cuando no hay conciencia de la ética se dan estos casos, dice.
Con esto concuerda Miriam Ernest, de la Coalición de Mujeres. Se trata de sexualizar a la mujer grabando su cuerpo, en una situación de intimidad. Luego eso se convierte en una forma de denigrarla y se genera violencia psicológica pues se atenta contra su integridad y su autoestima. Que las mujeres sean quienes perpetúen ese tipo de actos también es una realidad pero es menos común, dice.
¿Cuáles son las consecuencias de la exposición pública de la intimidad? En el afectado se genera vergüenza pública, y representa una humillación. Lo que genera una persecución y miedo profundo. “Cuando se comparte ese contenido, se vuelve cómplice de ese atentado contra la intimidad”, señala Echeverría.
Para la socióloga Natalia Sierra, la necesidad de exponerse se ha vuelto imperiosa debido a la fuerza que toman las redes sociales. “Las consecuencias están ligadas a que la sociedad genera conductas voyeristas, se incrementa el morbo y se pierde el sentido de la ética y respecto a la privacidad al difundir ese tipo de contenidos”.
Los riesgos no solo están ligados a la víctima sino de su familia. Incluso se generan redes que comparten el contenido y buscan recibir algo a cambio de no difundir dicho material.
¿Cómo actuar legalmente? Cuando se graban ese tipo de contenidos entre parejas por lo general hay un acuerdo mutuo. El problema surge cuando ese material se revela sin la autorización del otro y ahí tiene lugar una violación al derecho de la intimidad. Así lo explica Santiago Acurio, docente de derecho informático de la Universidad Católica del Ecuador.
El afectado puede denunciar a la Fiscalía. En el artículo 178 del Código Orgánico Integral Pena (COIP) se establece que la persona que, sin contar con el consentimiento o la autorización legal, acceda, grabe, difunda o publique datos, videos, audios entre otras, de otra persona, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años. Por ejemplo, si la persona está siendo extorsionada se remite a lo establecido en el artículo 185 del COIP.
¿Qué hacer para evitar ser víctimas? Uso responsable del teléfono. Nunca utilizarlo para grabar ni sacar material que atente a la intimidad propia o de otra persona. Recuperar el autorespeto y la ética, acuerdan las especialista.
Si llega a sus redes sociales material ofensivo, detener la cadena de compartir para evitar que sea normalizado. Si hay un chantaje: Cortar todo tipo de relación con quien extorsiona o chantajea. Bloquear las vías de comunicación. Tomar medidas de autoprotección. Y siempre contar con alguien de confianza para apoyarse.