Olga Imbaquingo, corresponsal en Nueva York
Los inmigrantes van por el tercer intento en su sueño de conseguir una ley de inmigración. El congresista de Illinois, Luis Gutiérrez, acaba de introducir un nuevo proyecto para abrir la ruta de la legalización a unos 12 millones de sin papeles.
La legislación titulada Reforma Migratoria Comprensiva para la Seguridad y Prosperidad de Estados Unidos especifica que los inmigrantes beneficiados y sus familias recibirían una visa por seis años y luego podrían solicitar la residencia permanente.
Unos 87 legisladores apoyan esta iniciativa que de entrada tiene sus debilidades: no cuenta con el apoyo de los republicanos ni de los poderosos políticos demócratas.
En esencia es un proyecto de los políticos latinos, negros y asiáticos. “Pero es el primer paso y hay que trabajar más para conseguir el apoyo de 218 votos necesarios”, le dijo al diario La Opinión, la presidenta del grupo de legisladores hispanos, Nydia Velásquez.
La propuesta provoca sentimientos encontrados entre los inmigrantes, los representantes de organizaciones de base y de quiénes analizan las políticas migratorias.
“Sí es posible y necesario pasar una ley. Los intentos en 2006 y 2007 no prosperaron y nada se ha resuelto. Tenemos un sistema de inmigración más ineficiente que antes”, le dijo a este Diario desde Washington Michele Waslin, analista del Immigration Police Center.
Según ella, “durante décadas se han intentado dar una solución construyendo murallas en la frontera y aplicando medidas más coercitivas que no han sido exitosas, excepto en la destrucción de las comunidades las familias”.
Gutiérrez en rueda de prensa dijo que “esta legislación debiera ser la política migratoria de nuestra nación. Hemos esperado lo suficiente, puesto nuestra otra mejilla, el hecho de que hayamos sido pacientes no significa que podamos esperar para siempre”.
Oscar Paredes, director del Proyecto Latinoamericano de los Trabajadores, no está tan optimista. Él tiene sus razones: “La crisis ha empujado a los estadounidenses a salir a competir por trabajo con los jornaleros indocumentados. Eso está dando razones para que los extremistas y republicanos piensen que los inmigrantes vienen a quitarles el empleo y no van a apoyar una vía de legalización”.
Paredes, empero cree que para quienes abogan por los derechos de los indocumentados se abre una nueva oportunidad de seguir en el cabildeo. “Es una nueva esperanza pero hay que ser pragmáticos”.
La administración del presidente Barack Obama insiste que para el próximo año pondrá al debate el tema inmigratorio. El 2010, no obstante, es de grandes desafíos: habrá elecciones intermedias y no todos los políticos querrán poner las manos con este tema.
Waslin, sin desconocer esa realidad, ve que también hay oportunidades. “No va ser fácil pasar la ley, pero los latinos son un importante bloque de votantes y esa reforma es de vital interés para esa comunidad. Los políticos están concientes que si es que quieren ganar elecciones tienen que tomar en cuenta a los latinos”.
Los inmigrantes deben demostrar su contribución al país a través del trabajo, educación, servicio militar u otras actividades comunitarias; someterse a un chequeo criminal; pagar una multa de 500 dólares, además de los costos de aplicación. Esos son algunos de los puntos que plantea el proyecto.
“La nueva propuesta es menos favorecedora. Se insiste en las represiones como más seguridad fronteriza, multas y sanciones”, dice Daniel Vila, organizador del Sindicato de Carteros, desde Allentown, Pensilvania.
Vila, sin embargo, cree que es ésta propuesta es “mejor que nada”. Aunque es muy escéptico de que ésta vaya a salir del Capitolio por la buena voluntad de Obama o de los demócratas. “Los inmigrantes y sus aliados tenemos que volver a las calles como en el 2006 y pelear el tema de inmigración como un derecho humano”, dijo.
Quien sí se pone a soñar con la posibilidad de volver algún día a Ecuador a ver a su familia es Martín Mayancela. “Mi único delito es haber venido a buscar el pan del día para mi familia. Si tuviera documentos no me explotarían laboralmente y los empleadores que me contratan como jornalero no me mandarían sin pagar. Eso deberían darse cuenta que es un perjuicio para la misma economía de este país”.
Testimonio
Una ley me permitiría volver a ver a mi familia
Manuel Enríquez / Jornalero e indocumentado
Sería bonito que el presidente Obama al fin proteja y nos considere como seres humanos a los inmigrantes porque somos los que ayudamos a sostener la economía del país.
Con una ley de inmigración podría arreglar mis papeles e irme a visitar a mi familia que vive en el Azuay y a la que no la veo hace casi 10 años.
Venimos por mandar el pan del día. Tengo mujer, cuatro hijos y mis padres que ya están viejos y no pueden trabajar. Los debo mantener con lo poco que gano aquí. Pero oí que para ayudarnos a tener papeles debemos pagar multas muy altas. Me pregunto de dónde si ahora no hay trabajo.
También dicen que debemos aprender inglés. Uno viene obligado a trabajar duro para sostener a los de allá y sobrevivir aquí. No queda tiempo para estudiar, pero no hay que perder las esperanzas. Nunca he tenido trabajo estable, siempre voy hasta la parada donde están los jornaleros y hay días que sale algo y otros días nada.
Siempre he sido un trabajador informal al que no le permiten impuestos porque no tengo documentos y muchas veces ni siquiera me han pagado por las semanas de trabajo, no se cómo nos vamos a arreglar si nos obligan a pagar impuestos.