Antonio Jaramillo dirige un taller de escultura con clientela en el exterior. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
En este Domingo de Resurrección, cuatro personas cuentan cómo lograron que sus oficios diarios vayan de la mano con sus creencias espirituales.
El escultor que da forma a los Cristos
Lo que más anhelaba Antonino Jaramillo, de niño, era agarrar una escultura del taller de su madre y pintarla. Pero era muy pequeño y nunca tuvo permiso. Hoy, 45 años después, Jaramillo recuerda que su infancia la pasó correteando por el negocio que su madre abrió en 1957 y que ahora le pertenece.
Es una empresa familiar que se dedica a la elaboración de esculturas e imaginería religiosa. Cuando empezaron hacían recuerdos pequeños, pero en el 2000, cuando llegaron adornos chinos a bajo costo, se especializaron en esculturas grandes. El taller se llama San José Escultura. Cuenta que el 50% de su negocio está en el exterior.
En Semana Santa, los pedidos de figuras del Señor del Gran Poder, La Dolorosa y de Cristos aumentan. Los moldes van de 18 centímetros hasta 4 metros. Crear una escultura nueva cuesta USD 15 el cm. Sacar una copia, USD 300. Tiene más de mil moldes.
Al tener un oficio vinculado con la religión, a veces recibe pedidos de gente que asegura haber visto un ángel o a la Virgen y que desea una escultura. Jaramillo, tras escuchar el relato, bocetea y luego fabrica esa imagen.
El librero que siempre brinda un consejo
Peña calcula que en su tienda se venden 3 000 tarjetas al año. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Isaac Peña está seguro de que los libros religiosos son capaces de cambiar vidas. Es el director de la librería La Prensa Católica, que abrió sus puertas frente a la plaza de San Francisco, hace más de 100 años y que es propiedad de la Sociedad Promoción Cristiana.
Peña, de 65 años, pasa el día rodeado de biblias, estampas, medallas y escapularios. En Semana Santa llega a vender el doble de lo habitual, en especial libros que tratan sobre el Rosario, devocionarios, las siete palabras que pronunció Jesús antes de morir en la cruz…
Casado, abogado y con dos hijos, hace una confesión: “Esto, más que un negocio, es una vocación”. Dice que el dinero no ha sido su motor en los 30 años que dirige el lugar. Ahí se pueden comprar estampitas … ¡a un centavo!
Su satisfacción está en llegar con la palabra de Dios a la gente y por eso prefiere laborar en Atención al Cliente, para entablar un diálogo, conocer la situación por la que atraviesa la persona y así recomendar el texto preciso.
Aunque a veces, más que un libro el cliente busca un consejo. Por eso, muchas veces regresan para agradecerle
y darle una bendición.
La tendera que predica en las plazas
Salazar predica todo el día. Sin sueldo, a veces recibe ofrendas. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Poco le importa que la gente la insulte, que la llamen ridícula, fanática o loca. Mariana Salazar, de 67 años, sale todos los días de su casa en Conocoto con un solo objetivo: salvar almas. Es predicadora callejera desde hace un año, cuando Dios la libró por segunda vez de una enfermedad en sus huesos que le imposibilitaba caminar.
Comparte la palabra de Dios de 08:00 a 17:00 en el trole y en las plazas del Centro. “La religión no salva. La obediencia sí”, expresa, mientras agita la Biblia que sostiene en su mano. “Amén”, le responden algunos.
Cuenta que a sus 38 años le hicieron brujería y su cuerpo se llenó de llagas. El doctor no pudo sanarla y un brujo le dijo que tenía seis meses de vida.
Como Salazar predica durante todo el día, no tiene un trabajo. En su casa abrió una pequeña tienda que es atendida por su esposo. Las ganancias son bajas: unos USD 60 al mes.
A pesar de no recibir sueldo fijo, dice que nunca le falta el alimento. Algunos vecinos le piden consejos y a cambio le regalan una libra de arroz, papas o verduras. Sale de su casa solo con USD 0,50 para el pasaje, pero al mediodía hay quienes le obsequian sánduches, una fruta o una botella de agua.
La locutora que escucha a la familia
El matrimonio Mosquera conduce un programa de consejería. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Martha Claudia Mosquera conduce junto con su esposo, Marco Mosquera, el programa ‘Al oído’, que HCJB transmite todos los días, de 18:00 a 19:00. Está enfocado en dar consejo a personas con todo tipo de problemas.
Con su voz dulce ha dado miles de recomendaciones basadas en la palabra de Dios a personas en crisis, que la buscan con la esperanza de encontrar paz.
Martha Claudia, madre de tres hijos, nació en México y llegó al país hace casi 18 años. Es misionera y se dedica, además de locutar, a dar clases en el Instituto Cristo para las Naciones, donde se tratan temas sobre la familia.
Con 52 años, asegura que la plenitud no está en el tener sino en el ser. Ha publicado tres libros de consejería, uno sobre la familia, otro sobre la sexualidad de la juventud (coautora junto con su marido) y uno sobre la importancia de la Iglesia en la sociedad.
Más allá de eso, busca ser un instrumento de Dios para cambiar vidas. Los testimonios abundan, como aquella vez que llamaron a agradecer porque luego de una oración, una enfermedad se curó, un familiar desaparecido apareció, un matrimonio se reconstruyó.