Raúl Chilpe, un líder valorado por su trabajo en mingas, fue el primer fallecido en el contexto del paro en Ecuador

Raúl Chilpe conversaba con un grupo de amigos en un carretera que se encontraba cerrada, cuando un vehículo lo atropelló. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO

En la pequeña comunidad de Luz María, de la parroquia cuencana de Molleturo, persiste el duelo. Todos conocían a Raúl Chilpe, un agricultor y líder comunal de 37 años que murió el domingo 6 de octubre del 2019, en el contexto de las protestas contra el Decreto 883 (derogado el 14 de octubre, que elevó durante 12 días el precio del diésel y la gasolina extra).
La tragedia ocurrió pasadas las 12:10 cuando Chilpe conversaba con un grupo de personas en el kilómetro 58, sector de El Chorro, de la vía Cuenca-Molleturo-El Empalme, que une a las provincias de Azuay y Guayas. Esta carretera permaneció bloqueada durante los 11 días de protesta, desde el jueves 3 de octubre.
Un vehículo de color negro con cuatro pasajeros, que se dirigía desde Cuenca hasta Guayaquil, se detuvo 150 metros antes del bloqueo, al percatarse de la multitud y una barricada; allí dio la vuelta y regresó a alta velocidad.
Entonces, el vehículo negro embistió a Raúl Chilpe, quien se encontraba en la carretera. Según testigos, por el fuerte impacto el cuerpo se elevó, se impactó contra el parabrisas y cayó al piso.
El vehículo escapó. La autopsia reveló que Raúl Chilpe tenía toda la caja torácica destrozada, cuenta la sobrina del fallecido Alexandra Gutama, de 24 años.
Aunque la ministra de Gobierno, María Paula Romo, dijo que Chilpe participaba en las protestas, su familia lo desmiente.
“Esa mañana saqué a mi hermano de su casa para que me acompañe a Cuenca por trabajo”, relata Nelson Chilpe. El fallecido era soltero y vivía con su madre que tiene discapacidad, en una modesta casa de adobe. Cada uno fue en su moto y en el bloqueo les impidieron cruzar. “Las estacionamos antes de las barricadas”, señala el hermano de la víctima.
Nelson cuenta que cruzaron caminando y mientras esperaban la apertura de la vía se entretuvieron en una conversación con amigos. “Estábamos distraídos cuando ocurrió la tragedia; no participábamos de la protesta”, sostiene molesto Chilpe.
“Todos estamos tristes porque Raúl nunca creyó en las protestas como alternativa para conseguir algo, sino en el trabajo de la gente. Era el alma de esta comunidad”, comenta la vecina María Gutama, de 80 años, secándose las lágrimas que caen por sus mejillas.
En el poblado de Luz María quedó sembrado el trabajo de Raúl Chilpe en mingas comunitarias, el valor que le daba a la gente, la honestidad y su deseo de sacar adelante a la comunidad. Como presidente de la comunidad o sin serlo, organizaba a las familias para las mingas.
Entre las últimas obras que lideró en este 2019 están la construcción de la casa comunal y el arreglo de la iglesia. También, estuvo involucrado en las mejoras de la escuela, el arreglo de la vía principal de acceso que es de tierra, entre otras actividades.
La familia recuerda que Raúl era un hombre sencillo, el último de seis hermanos. De lunes a viernes trabajaba como agricultor, en una finca cerca de Puerto Inca, y el fin de semana retornaba a Luz María para cuidar de su madre, María Aurora Chilpe, quien no puede caminar por dolencias en sus piernas.
Ganaba entre USD 70 y 90 semanales y con eso mantenía a su madre. Los domingos la subía en la moto y la llevaba a pasear o para que se distrajera observando algún partido deportivo en las comunidades vecinas. “Cuando estaban juntos irradiaban felicidad”, describe la sobrina Alexandra.
Para Saúl Torres, su cuñado era hombre de pensamiento infinito, participativo, honesto y con una amplia visión política. Por eso, en las últimas elecciones terció como vocal de la Junta Parroquial por la alianza Unidad Popular y Molleturo Primero.
Según Cleofer Gutama, exvicepresidente de la Junta Parroquial, Raúl Chilpe nunca estuvo involucrado en la militancia política, pero lo invitaron a participar porque conocían de su capacidad de trabajo, dinamismo y liderazgo. “Buen joven, para no vivir”.
Raúl Chilpe también era músico. Cantaba en la eucaristía de los domingos y colaboraba en la iglesia, por eso la misa de despedida la tarde del martes 8 de octubre fue muy sentida. “Su ausencia, es algo a lo que no acabo de acostumbrarme”, dice Torres, su cuñado.
En los dos día del velatorio, la pequeña vivienda de la familia estuvo siempre llena, entre familiares, amigos y conocidos. “Dicen que en estos momentos hay que ser fuertes y no dejar que el dolor nos derrote, pero no es fácil para una madre y toda la familia”, enfatiza Torres.
Los Chilpe son una familia humilde que se endeudó para cubrir los gastos del funeral. Los vecinos les apoyaron con alimentos para ofrecer a los presentes. El proceso judicial por esta muerte avanza. No hay personas detenidas pero el autor está identificado.