Quito y la masacre obrera de 1922

Entre las razones que tuvo la Revolución Juliana (1925) para afectar el poder económico de la ‘plutocracia’ bancaria de Guayaquil estuvo la masacre de trabajadores que ocurrió en esta ciudad, el 15 de noviembre de 1922.

Ese escandaloso acontecimiento tuvo como antecedente el desarrollo del movimiento de los trabajadores y de los gremios artesanales en Guayaquil. A partir de octubre de 1922, varias asociaciones generalizaron sus reclamos frente a los patronos.

Comenzaron los trabajadores del ferrocarril de Durán, que lograron ante el gerente J.C. Dobbie el aumento de salarios, respeto a la jornada laboral, estabilidad y otras tantas reivindicaciones.

Su éxito motivó que otras asociaciones buscaran similares mejoras, pues de por medio estaba la ausencia de una serie de derechos y la explotación de la que eran víctimas los trabajadores de la ciudad-puerto por parte de una élite de ‘emprendedores’ y ‘patricios’, cuya riqueza contrastaba con la miserable condición de los trabajadores.

Tanto la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), como la Confederación Obrera del Guayas (COG) y la Asociación Gremial del Astillero iniciaron una huelga general que en sucesivos días fue respaldada por las múltiples organizaciones guayaquileñas: Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica, Empresa de Carros Urbanos, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos, operarios de los carros de tracción a mula, trabajadores del gas, verteros, taller de carrilanos, cascajeros, etc.

El día 10 se sumaron a la huelga los trabajadores de las fábricas de Guayaquil; el 11, artesanos y constructores; el 13 los voceadores y nuevas fábricas. La FTRE declaró el paro general. El 14, Guayaquil era una ciudad paralizada y sin luz. El día 15 de noviembre, la gigantesca manifestación de trabajadores por las calles de la ciudad fue reprimida a fuego abierto. Murieron centenares de manifestantes.

La Revolución Juliana, cuyo núcleo originario de jóvenes militares estuvo en el Regimiento Bolívar, en la ciudad de Quito, tomó conciencia de lo que había sucedido en Guayaquil y por ello tuvo razones sociales evidentes para reivindicar al “hombre proletario”. Apenas llegaron al poder, los julianos recibieron el amplio respaldo de los trabajadores y sectores populares guayaquileños y del país.

Las políticas de los gobiernos julianos (1925-1931) fueron pioneras en institucionalizar la atención y el gasto social desde el Estado e impulsaron la primera reforma monetaria y financiera que antepuso el interés nacional frente a los bancos privados.

Orientada por los criterios del industrial y comerciante quiteño Luis Napoleón Dillon, que pasó a ser el ideólogo de la revolución, la primera Junta fiscalizó a los bancos, sancionó al Comercial y Agrícola de Guayaquil y al Pichincha de Quito y se propuso crear un Banco Central

Dicho banco solo se concretó en 1927 con la Misión Kemmerer, en el gobierno de Isidro Ayora. Desde luego, los ‘patricios’ y ‘emprendedores’ guayaquileños resistieron por todos los medios la creación del Banco Central, que afectaba a los privados.

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