La subteniente Soraya Ávalos recuerda que la primera vez que se paró a dirigir el tránsito en la esquina de la av. Napo y Velasco Ibarra, en el centro, sintió nervios. Un año después de servir en el Grupo de Tránsito de Quito, la uniformada se prepara para vigilar el tránsito de la capital a bordo de una motocicleta Honda de 250 cc.
Unas botas negras de cuero lucen sobre el pantalón verde oscuro del uniforme de la Policía Nacional. Al frente de una motocicleta, Renato Matsuda, instructor brasileño, imparte instrucciones sobre las normas de seguridad que deben aplicar las 16 mujeres que son parte del primer escuadrón motorizado de la Policía. Este grupo se formó con el propósito de incentivar la equidad de género en las diferentes unidades de la institución.En uno de los parqueaderos del teleférico, Matsuda explica que el control mecánico del vehículo y la postura son esenciales para evitar un accidente. Luego de la charla teórica, las uniformadas se turnan para practicar la conducción. Antes de subir a la moto, Ávalos ajusta bien su casco.
Es la primera vez que conduce este tipo de vehículo. Pero le gusta enfrentarse a nuevos retos y considera que es una mujer temeraria.
Además de ser la oficial encargada del grupo, la joven uniformada de 22 años cursa los estudios de abogacía en la Universidad Técnica Particular de Loja. Ser abogada ha sido su aspiración, incluso antes de ingresar a la Escuela de Policía.
Con los brazos firmes sobre el manubrio de la Honda 250, atraviesa una pista de obstáculos armada con conos naranjas. Preparar a las uniformadas en un nivel básico de conducción tomó cinco días de clases teóricas y pruebas de conducción.
El español de Matsuda no es perfecto, pero las policías que lo atienden le ayudan con la pronunciación de algunas palabras.Es el turno de Érika Arcentales. Con el casco ajustado ella conduce la moto con más habilidad. Aprendió a conducir moto a los 13 años. Su padre y un amigo fueron sus primeros instructores. Desde entonces, las motos y la velocidad fueron su pasión.
Luego de un accidente a los 14 años, del cual salió con algunos golpes, le cogió desconfianza y dejó de practicar.
Llegó con el pase al Grupo de Tránsito hace dos meses. Cuando se enteró de que estaban reclutando motociclistas no lo pensó dos veces. Está consciente de los riesgos pero también está dispuesta a alejar sus viejos temores.
Recuerda que su madre fue la que más se preocupó con la noticia, pero al final toda su familia le brindó su apoyo.
Controlar el tránsito en Quito es una de las tareas más complicadas que han cumplido las dos policías. En dos meses de servicio en el Grupo de Tránsito, Arcentales ya le ha tomado el pulso a la actitud de los conductores. “La mayoría son agresivos”. En poco tiempo aprendió a lidiar con la impaciencia de algunos conductores.
Luego de la última práctica, Ávalos y Arcentales abordan sus motocicletas junto a otros dos policías. En la avenida Occidental los cuatro motociclistas estacionan sus vehículos sobre la acera y detuvieron el tránsito para hacer un control de documentos. Los conductores mostraron respeto al ver que dos de los motorizados eran mujeres.