A las 21:00 del viernes, en la calle La Ronda, resulta difícil abrirse paso entre la multitud. Decenas de personas transitan por la vía, en grupos o solas. Los turistas llegan atraídos por las artesanías, la oferta gastronómica y la música.
El ambiente es distinto al salir de esa calle. Caminar a la García Moreno o a la 24 de Mayo causa temor. No hay policías y tampoco circulan autos.
Carlos Quijije se dirigía a su casa, ubicada en La Ronda. Todos los días procura llegar antes de las 22:00. Hace un mes, al bajar por la calle Rocafuerte, logró escapar de cuatro desconocidos que se le aproximaban.
Siguiendo por la García Moreno, pasando la calle Bolívar, antes de llegar a la Plaza Grande, hay personas con mala apariencia. Un hombre con capucha y sudadera permanece solo en una esquina, mira al piso. Cerca de él, otro, con vestimenta vieja y sucia se acerca a los turistas y luego de pronunciar palabras incomprensibles pide dinero.
A las 21:45, la Plaza Grande está desolada y hay niebla. Cuatro turistas extranjeros pasean por las caminerías, rodean el monumento a la Independencia. No hay policías ni guardias privados. Un militar observa desde las rejas del Palacio de Carondelet. En las calles Mejía y García Moreno está ubicado el parqueadero Cadisan. Un buen número de personas que va a La Ronda deja allí sus carros. Desde el estacionamiento hay que caminar cinco cuadras.
Para Dany Salazar y Ámbar López, ese trayecto es inseguro. “Debería haber más policías”, comenta ella, mientras se sostiene con fuerza del brazo de su pareja.
María Fernanda Reyes visita con mucha frecuencia La Ronda. La semana pasada vivió una experiencia traumática. Fue con su madre y luego de dejar su carro en el Cadisan empezaron a caminar.
En la calle Benalcázar vio que un hombre amenazaba a otro con un cuchillo. No alcanzó a ver si le robó, porque aceleró el paso para alejarse del lugar.
Otro ingreso a La Ronda es por la av. Maldonado, por la parada Cumandá, del trolebús. Para llegar hay que tomar unas escaleras y transitar por un zaguán, de aproximadamente una cuadra. Este tramo es desolado y en uno de los extremos hay una caseta para guardia, que a las 22:00 del viernes está desocupada.
A pesar de la escasa presencia policial en los accesos a la calle La Ronda, un policía de la UPC de Santo Domingo, que pidió no publicar su nombre, asegura que desde el cierre de la terminal Cumandá hay menos asaltos en la av. Maldonado. Reconoce que es más peligroso entrar por la av. 24 de Mayo. En la noche, esa vía también es desolada.
Mauricio Parra, guardia de un parqueadero, cuenta que ha visto cómo los delincuentes arranchan las cámaras de fotos a los turistas extranjeros, mientras caminan por la calle.
Según cifras proporcionadas por el Observatorio de Seguridad Ciudadana (OMSC), de enero a agosto del 2011 se registraron 857 hurtos, robos y asaltos a personas en el Centro de Quito.
Para quienes no tienen carro propio o desean dejarlo en casa, la opción es llegar en trolebús hasta la parada Cumandá. Gerardo Villacís asegura que le da temor, porque por allí merodea gente extraña. “Me parece peligroso”.
El Municipio tiene un plan para volver más seguro al Centro Histórico. Se llama Noches Patrimoniales. El propósito es armar recorridos durante los fines de semana, para que los turistas conozcan las joyas arquitectónicas que hay en el sector.