Antes de su primera presentación en la plaza de toros de Iñaquito, Andy Cartagena ha estado muy atareado en casa de empresarios, ganaderos y hombres de negocios.
No le ha faltado la oportunidad de entrenar con algunas vaquillas. Lo hemos visto con sus caballos en una tienta en Peñas Blancas, ganadería ubicada en la vía a Papallacta (Pichincha).
Los tres ejemplares traídos desde España son de raza lusitana: ‘Cisne’, un tordo rodado, de 10 años, del hierro Monte Cisne; ‘Deopus’, tordo de 11 años, de la ganadería de Pedro Fausto de Oliveira, hijo del famoso caballo ‘Opus 72’ de Álvaro Domecq, que lo recuerdan por su bellísima estampa. Estos dos ejemplares se especializan en el tercio de banderillas. ‘Fortuna’, tordo de 11 años, tanto para parar al toro cuanto para el último tercio.
Desde temprano se le vio en los potreros con el ganadero Cristóbal Roldán. Dos vaquillas sirvieron para practicar y “afinar y hacer algunos retoques con los caballos”, dice Cartagena.
Impasible, tranquilo, concentrado, el español hizo una demostración de su dominio en el arte de torear a caballo.
En las tientas se puede apreciar el alto nivel de doma que se requiere para un acoplamiento perfecto entre jinete y montura. La espectacularidad de este oficio está en la compenetración de este binomio. Son dos los que se juegan la vida en el ruedo.
Y como todo entrenamiento, se pueden correr grandes riesgos; hubo un momento de emoción cuando montó la yegua ‘Caganchita’ (que no hace parte de su cuadra, entrenada localmente por el rejoneador Arturo de la Fuente). En un giro abierto el animal se fue de bruces. Fue inevitable la caída del rejoneador muy cerca del borde del ruedo de piedra. Con mucha fortuna tuvo el espacio para escapar ya que su pierna izquierda hubiera quedado atrapada debajo del cuerpo de la cabalgadura.
Un aguacero completó la tarde y allí acabó con su práctica.
Andy Cartagena cuenta con una cuadra de 40 caballos y cada año prepara unos nueve ejemplares, incluyendo algunos para la renovación de su elenco de artistas, en la Sierra alicantina de España. Dice su hermano Enrique, que de los caballos que vinieron este año a Quito, prefiere a Cisne (el tordo rodado) y a De opus, que realiza ‘pasagge’ bellísimo.