El humo producto del incendio que empezó en un flanco del Parque Metropolitano y se extendió hasta la parte alta del túnel Guayasamín asfixió a un sector del norte de Quito. Las columnas grises que se levantaban entre los árboles encendieron las alarmas. Los vecinos del barrio Bellavista, cercano al sitio del siniestro, salieron de sus casas. Los pedazos de madera quemada caían sobre los techos y se aspiraba aire contaminado.
Mercedes Alquinga corría para alejarse de las llamas y del humo. “Esto es un infierno”, decía con voz entrecortada y atorándose por la contaminación. El sonido de las sirenas de los vehículos de auxilio advertían la emergencia y los moradores del barrio se desesperaban al ver cómo las lenguas de fuego, con voracidad, se acercaban a sus viviendas.
La mujer estaba confundida. No sabía qué hacer, se desesperaba. Con indignación decía que no está preparada ni para ayudar a los bomberos ni para calmar a su familia. “No sé cómo afrontar estas emergencias. Ese desconocimiento me da más terror”. Tenía su rostro cubierto por el hollín y una capa de polvo cubría su vestimenta. A su alrededor, el llanto y los gritos de sus vecinos reflejaban la magnitud del desastre.
Moradores de Bellavista fueron evacuados por el incendio. El Cuerpo de Bomberos lo informó, en un comunicado emitido a las 18:45 de ayer. “Por seguridad se evacúa a varias personas que residen en la zona a fin de evitar afecciones respiratorias”. Esa versión fue desmentida por Lourdes Rodríguez, secretaria de Seguridad del Municipio, quien aseguraba que no se ha ejecutado ningún plan de evacuación.
El denso humo cubría el cielo y las llamas se acercaban a la parte superior del túnel Guayasamín. Laura Espinoza, de 87 años, acariciaba su plateada cabellera y se lamentaba. “No es la primera vez, desde hace algún tiempo, todos sabemos que estamos en riesgo”, decía mientras se abría espacio en el sector conocido como La Playita, donde se reunían los vecinos que decidieron salir de sus casas por seguridad. A sus espaldas, la ladera se volvía a prender y sus nietos conectaban la manguera para lanzar agua.
“No puede ser, Diosito, qué va a pasar”, exclamaba la mujer, en medio del ir y venir de bomberos y policías. Sujetaba el sombrero contra su pecho y se apoyaba en un desgastado bastón.
Su lamento se desarrollaba mientras 350 policías, militares y bomberos luchaban contra el fuego. Hubo apoyo de 100 miembros del Grupo de Operaciones Especiales. El despliegue, incluidos 11 tanqueros, daba cuenta de la magnitud del siniestro.
La casa de Mónica De la Torre está ubicada a 5 metros del incendio. Hasta que llegaran los bomberos, ella y su madre hicieron frente al fuego con baldes de agua y mangueras. Tragaban bocanadas de humo y seguían al filo de la vivienda, pendientes de que las llamas no pasaran un límite imaginario, que ellas impusieron para proteger su inmueble.
Hasta el cierre de esta edición (21:00), el capitán Henry Silva informó que no se tenía un dato certero del área afectada. En cambio, el coronel Rodrigo Proaño, jefe del circuito Eugenio Espejo, señaló que serían unas 10 hectáreas quemadas en el parque.
El fuego se extendió hasta el borde del túnel. Las columnas de humo también alcanzaron a la Fundación Guayasamín. Con dificultad para respirar, su presidente Pablo Guayasamín manifestó que se apuraron a cerrar puertas y cubrir rendijas para evitar que más de 100 obras sufrieran algún daño.
El alcalde Augusto Barrera llegó al lugar para hacer una primera evaluación. “Existe información de vecinos que han visto la presencia de los pirómanos. Esa sería una actitud demencial que debe ser investigada y sancionada”, manifestaba. A esa hora, Alquinga y De la Torre solo querían que las llamas se apagaran para volver a sus casas. Entre las 13:00 y las 18:00 de ayer, se registraron 12 incendios en Quito. El trajín de los bomberos estuvo entre el Parque Metropolitano, la Cima de la Libertad, la Lucha de los Pobres. La autopista General Rumiñahui, La Floresta…
Atrapados en las vías
La asfixia también se sintió en las vías que conducen al túnel Guayasamín. En el intercambiador de la plaza República de Argentina se formó una larga fila de vehículos, por el cierre del túnel, que duró más de dos horas.
Conductores desesperados, con rostros de mal humorados, pitaban insistentemente y hacían gestos de enojo. A Miguel Rojas lo invadió una sensación de encierro. “Siento que me ahogo”, decía con una evidente ira.
Esther Tapia dijo que hizo una hora para llegar desde la Colón hasta la Eloy Alfaro. La mujer relató que tomó la Ecovía para salir del embotellamiento, pero igual el viaje se le hizo eterno. Juan Reina vivió una realidad parecida. Quería llegar a Cumbayá, pero se quedó varado dos horas en la av. 6 de Diciembre. “Esta ciudad no está preparada para estas emergencias”, decía indignado.