Como todas las mañanas, a las 08:00, ayer los siete canónigos del Cabildo Primado se reunieron en la Catedral Metropolitana, en la García Moreno y Espejo, en el Centro Histórico.
Presididos por monseñor Hugo Reinoso, presidente del Cabildo, rezaron el Oficio Divino (oración de la mañana), por toda la humanidad. Oraron por unos 20 minutos. Luego, celebraron una misa, a la que asistieron pocos feligreses, no más de 20.
El sacristán esparcía el humo del incienso que quemaba en un incensario de plata.
Un día antes de la tradicional ceremonia denominada Reseña, más conocida como el Arrastre de Caudas, en la Catedral Metropolitana, todo se desarrollaba con normalidad. El templo no tenía mayores arreglos ni flores. Según monseñor Luis Tapia, miembro del Cabildo, en Semana Santa a las iglesias no se las decora.
Las cinco religiosas de la Comunidad Sacramentina que ayudan en las labores de la Catedral tenían listo el vestuario que usarán hoy los canónigos y la bandera negra con una cruz roja.
Los trajes estaban celosamente guardados. Se los sacará a las 11:00, cuando los canónigos se reúnan en el vestidero.
Los curas usan tres prendas: la sotana, una capa pequeña y una capucha. De la última se desprende la cauda, una tela de unos 5 ó 6 metros de largo que cae por las espaldas de los religiosos y se arrastra por el suelo. Todo es de color negro, como símbolo de luto.
La Catedral Metropolitana es la única en el Ecuador que cada año celebra este ritual religioso, cuyo origen es de carácter profano. Se realiza todos los miércoles de Semana Santa, al mediodía.
En el mundo se repite en las catedrales de Sevilla y de Lima.
Monseñor Reinoso relató que el Arrastre de Caudas se lo tomó de un funeral de un gran general del Ejército romano. Él se había distinguido por su valor y virtudes humanas. Los mandos militares flamearon la bandera tocando el cadáver para que a través de ese signo se pase la virtud de ese gran general al pueblo.
La Iglesia Católica recogió el ritual, con una significación espiritual. “Hacemos reverencia al gran general que es Cristo. Él murió por nuestras culpas, para nuestra redención”, dijo Reinoso.
Por eso, para monseñor Héctor Soria, de 78 años, y el más antiguo de los canónigos, la preparación es espiritual. Ambos religiosos coinciden en que no necesitan de repasos porque conocen el ritual.
Soria ha participado 26 años del Arrastre de Caudas y Reinoso, 20. Además, reciben la guía del maestro de ceremonias, el sacerdote Froilán Serrano. Soria conoce de memoria los cuatro momentos de la eucaristía.
Empieza con el desfile de los canónigos, detrás de ellos, el Arzobispo lleva en sus manos la reliquia de la verdadera Cruz de Cristo. El recorrido se inicia en el coro y avanza por las naves laterales. Allí, los canónigos, quienes representan a la humanidad ennegrecida por el pecado, arrastran la cauda. La segunda parte es la batida de la bandera, primero sobre el altar que representa a Cristo recoge las virtudes y salvación; y luego sobre los canónigos arrodillados y postrados en el piso.
“Quienes estamos postrados entramos en reflexión”, contó monseñor Reinoso. Con tres toques del asta de bandera en el piso, los canónigos se levantan en señal de resurrección.
El rezo de las Vísperas es el siguiente paso. Son salmos de alabanza a Dios, se da las gracias por la liberación de los pecados.
La ceremonia finaliza con la bendición que se da con la reliquia de la verdadera Cruz.
La Reseña dura una hora, empezará hoy a las 12:00.
El rito nació en Sevilla
La Reseña se celebraba en la Catedral de Sevilla. De ahí pasó a la de Lima. La de Quito fue dependiente de esta última, por lo que heredó esta tradición.
La Catedral de Quito se terminó de construir entre 1562 y 1565 y desde entonces se realiza cada año el Arrastre de Caudas.
A los feligreses se les recomienda ir con al menos dos horas de anticipación. Este acto religioso es concurrido.