Los palillos sobre los tambores y la marcha militar que entona la banda estudiantil retumba en todos los rincones del Colegio Nacional Experimental Juan Pío Montúfar, durante un repaso, en el sector de Luluncoto, en el sur.
Actualmente, 250 estudiantes de segundo a sexto cursos integran la banda estudiantil, uno de los íconos de la ciudad.
Fernando Quezada ingresó a la banda de paz cuando cursaba el segundo año de bachillerato, hace 30 años. Por más de tres décadas, Franklin Montaguano dirigió los repasos, que se caracterizaban por una intensa actividad física y una disciplina de corte militar. “La banda de paz del Montúfar tenía 75 integrantes, frente a los 250 del Colegio Mejía”. Como ex alumno, Quezada asiste frecuentemente al colegio para ayudar con el entrenamiento de los nuevos miembros.
Andrés Morales, estudiante de sexto curso, sigue los pasos de Quezada. También ingresó a la banda estudiantil en segundo curso. Empezó tocando la lira y desde cuarto curso es cachipo-rrero. Quezada explica que el cachiporrero es el ‘rango’ más alto dentro de la banda.
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El liderazgo y el nivel académico son dos de las principales cualidades para su designación. Morales levanta la mano izquierda y con un gesto anuncia el cambio de ritmo y el siguiente movimiento del pelotón. Para el licenciado Andrés Mena, actual director de la banda estudiantil, el objetivo es que el grupo se posicione como uno de los mejores del país.
Tradicionalmente conocido por el lema de ‘Señor Montúfar’, la institución educativa cumple 70 años desde su inauguración, en 1942. Tomó el nombre de uno de los líderes del movimiento libertario de 1809, el Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar.
Un viejo edificio, que aún se mantiene en la esquina de las calles Borrero y Loja, fue el primer local donde funcionó el colegio. Actualmente, 3 620 jóvenes estudian en las secciones diurna y nocturna.
Fanny Rodríguez, rectora del colegio, describe a la institución con una frase: “Sobre el Montúfar, solamente el cielo”. Desde que asumió el cargo, hace tres años, mantener la responsabilidad y la disciplina de los alumnos ha sido su gran reto. “Los vínculos afectivos forman la familia Montúfar”.
La misma responsabilidad la asumió durante 48 años el licenciado Jorge Salas, ex profesor de la cátedra de química. Recuerda que desde las aulas se escuchaba el silbato del tren que cruzaba por la av. Napo rumbo a Ibarra.
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También vio cómo mejoró la infraestructura con la construcción del coliseo, la piscina y nuevas aulas. Sin embargo, desde hace varios años, el mantenimiento de las edificaciones y la actualización de materiales de laboratorio son algunas de las actuales necesidades. En el laboratorio de Física, el licenciado Flavio Duque realizaba un ensayo sobre la aplicación de la fuerza gravitacional. “La práctica hace que el conocimiento sea más profundo”.
Al menos un centenar de trofeos y medallas que se exhiben en el Rectorado dan cuenta de los logros deportivos que también son parte de la tradición del Montúfar. Luis Pacheco, ex entrenador de la selección de voleibol, está orgulloso de los 40 títulos de campeón y vicecampeón obtenidos en las diferentes categorías, en 10 años. “Tuve 83 partidos invictos, el partido 84 lo perdí contra la selección del Cauca, Colombia”.
Daniel Jiménez lleva con orgullo el uniforme de la selección de básquet. Está en primer curso y aspira a enrolarse en las ligas profesionales. Ayer, jugaron un partido de campeonato contra el Colegio Miguel de Santiago. El resultado fue 49 a 16, a favor del Montúfar. Andrés Quintero aseguró que el nombre del Montúfar siempre está presente durante su actividad deportiva.
Él es seleccionado nacional en escalada. Ayer estuvo en el colegio para motivar a los alumnos de los primeros años a involucrarse en este deporte. “Lo hago porque sé que aquí hay talento”.
Los recuerdos de tres graduados
José Gallardo/ Ex Ministro de Defensa
‘La disciplina y la exigencia académica son grandes valores’
Entré al primer curso del Colegio Montúfar a los 17 años, lo cual me impulsó a ser un buen alumno. En los primeros cuatro años recibí reconocimientos por el rendimiento académico. Los valores de justicia y responsabilidad que me inculcaron en mi familia fueron reforzados por mis maestros. La exigencia académica y la férrea disciplina con la cual me formé en el ‘Señor Montúfar’ fueron una ventaja cuando inicié la carrera militar. Fui Comandante General del Ejército y Ministro de Defensa durante la Guerra del Cenepa y en el proceso de paz.
Blasco Peñaherrera/ Ex Vicepresidente
‘Comprendí el auténtico sentido del laicismo en el Ecuador’
En 1952, el Colegio Montúfar funcionaba en un edificio de la calle Borrero. Ahí me encontré con un colegio admirable por la disciplina y la calidad de los profesores. En las aulas aprendí el auténtico sentido del laicismo. Aunque la infraestructura era limitada, los alumnos siempre destacaban en el ámbito deportivo. La exigencia académica fue uno de los valores que aproveché en mi carrera profesional como abogado y en mis cargos de concejal, Ministro de Gobierno y Vicepresidente (1984 – 1988), en la presidencia de León Febres Cordero.
Carlos Rosales/ Asistente de campaña
‘En el colegio se cultivan amistades que duran años’
Es un colegio de nombre, donde la educación es lo fundamental y a pesar de la fama por ‘bulliciosos’ era muy rígido. El uniforme y la banda de guerra son los símbolos que identifican al Montúfar. Son casi 20 años desde que salí y todavía mantengo contacto con grandes amigos. El nivel académico me ayudó en mi carrera como técnico electrónico de aviones y helicópteros en la Aviación del Ejército. Ahora vivo en los Estados Unidos. Aquí trabajé para James Moore, con quien colaboré en las campañas políticas para el Partido Republicano.