La mañana del miércoles, los moradores de San José del Condado se manifestaron en contra del proyecto municipal. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO
Otro frente de oposición a la construcción de los Quito Cables, circuito Roldós-Ofelia, entró en escena esta semana: San José del Condado, un populoso barrio ubicado en el norte de la ciudad, se levantó.
El miedo a perder sus casas llevó a los moradores a salir a las calles y con carteles, gritos y lágrimas dieron a conocer su desacuerdo con la construcción del proyecto municipal que pretende ayudar a la movilidad de quienes viven en barrios altos del noroccidente como la Pisulí, Rancho Bajo y Colinas del Norte.
El rumor de que 18 predios serían expropiados cobró fuerza y, la mañana del miércoles, unas 150 personas protestaron y exigieron un acercamiento con el Municipio para saber el número de viviendas afectadas. La incertidumbre, dicen, no los deja dormir.
“Somos gente pobre”, “no nos quiten lo que hemos construido toda la vida”, repetía Angelita Sanes, de 65 años, quien vive en el sector hace 40. Su madre compró el terreno y lo heredó a sus hijos. Hoy, ella y sus hermanos son dueños de un espacio que sería afectado.
Los lotes en San José del Condado son familiares. Tienen entre 200 y 400 metros y algunos acogen a más de cinco familias. En el de Carmen Moposita viven seis hogares: 22 personas. En el de Cristina Barrionuevo, habitan 20.
Barrionuevo cuenta que hace unos dos meses, gente del Municipio entró a su terreno y realizó unas mediciones. Le dijeron que iban a hacer estudio de suelo pero no le supieron explicar más. El lunes se enteró que su predio, herencia de su padre, sería expropiado.
A ella le corresponden 100 metros y si no ha construido, dice, es porque no tiene dinero. Sin embargo, tiene sembríos de legumbres que a veces vende y le ayudan a mantenerse.
San José del Condado, siempre fue un barrio unido: hace 40 años, con sus propias manos, abrieron las calles, llevaron el agua a las casas y gracias a su organización lograron tener todos los servicios.
Antonio Vaquero, fundador del barrio, recuerda que construyeron dos casas barriales, el estadio, el dispensario médico. Lamenta que esta vez, nadie les haya tomado en cuenta.
Por eso el martes, docenas de vecinos se reuniero n para pintar los carteles en rechazo al proyecto. Una de sus mayores molestias es que se enteraron por terceros de las expropiaciones, no por parte de las autoridades.
Darío Tapia, secretario de Movilidad, indicó que el proyecto contempla diferentes fases y que en el caso de San José del Condado, más que una difusión del proyecto, lo que
se debe hacer es un acercamiento individualizado para negociar las expropiaciones. ¿Por qué no se lo ha hecho aún? “Porque para eso hay que esperar que salga el proceso”, responde. “En el momento adecuado, se lo hará”.
Al momento, se encuentran georreferenciados los puntos donde irán las estaciones (en la Roldós, Ofelia, Mena del Hierro y Mariscal) y que en su mayoría son predios municipales.
Tapia reconoció que este tipo de temas puede causar preocupación pero hizo un llamado a la tranquilidad y al diálogo. Aseguró que el trámite debe ser apegado al derecho y que será justo para que la gente pueda tener la tranquilidad de que, si se realizan las expropiaciones, se cancelará un valor justo por sus casas. “Las personas deben entender que nos eligieron precisamente para hacer obras pensando en el interés de la mayoría, que tiene que prevalecer ante el interés privado”.
Según el funcionario aún se debe definir el número de predios que serán afectados y será la Empresa Pública de Movilidad y Obras Públicas la encargada del tema. Las puertas del Municipio están abiertas , dijo.
Para Gustavo Durán, PhD en estudios urbanos y profesor investigador de la Flacso, el problema de esta administración es que no ha terminado de transmitir el modelo en términos de movilidad urbana desde una perspectiva de un sistema integrado de transporte. Hace falta comunicación.
“La primera forma de manejarlo es haciendo énfasis en la utilidad, explicando el proyecto, teniendo acercamientos de participación con la gente”. Explica además, que toda gran obra necesita un espacio, y genera incomodidades, por eso la importancia del acercamiento con los afectados.
Con eso coincide Carlos Páez, concejal de la oposición, quien considera que esta situación evidencia la pobre comunicación que ha habido sobre el proyecto por parte de la municipalidad. “Avanzar con proyectos, hacer publicidad, poner primeras piedras sin tener listos los estudios genera este tipo de problemas. Lo ideal es analizar posibles impactos negativos y tratar de mitigarlos”.
Según Tapia aún hay tiempo para llegar a acuerdos; sin embargo, los vecinos están nerviosos. Se organizaron para hacer plantones cada jueves, a las 18:00, en la Mariscal Sucre.