Vecinos aseguran que desconocidos asaltan a transeúntes en la calle Imbabura. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Los robos a personas en el Circuito Panecillo, en el Centro Histórico de Quito, se incrementaron en los primeros cinco meses del 2019, según las estadísticas de la Policía Nacional. Desde el 1 de enero hasta el 11 de mayo se reportaron 63 casos, mientras que en el mismo período del año pasado fueron 54.
A esto se suma que cinco personas murieron en las calles de ese sector, de forma violenta, desde enero del 2018 hasta mayo del 2019. Ante eso, los vecinos solicitan a las autoridades que se refuercen los patrullajes y las estrategias de seguridad en la zona, la cual comienza en la calle General Miller, en el vecindario Los Dos Puentes, hasta la av. 24 de Mayo, en sentido sur-norte.
De oriente a occidente, va desde el parque Cumandá hasta las canchas de la Liga del clásico barrio de San Sebastián. También abarca una parte de la calle Imbabura, Loja y otros puntos que -según indican los vecinos- son peligrosos.
Ellos aseguran que los asaltos, venta y consumo de drogas, expendio de licor adulterado, la presencia de indigentes y el trabajo sexual callejero les genera incomodidad. A esto se suma que cinco casas se encuentran abandonadas y se han convertido en una guarida de vagabundos y gente que se dedica a atracar en la vía.
Este Diario recorrió la zona. Uno de los inmuebles que causa problemas se localiza en la esquina de las calles Quijano y Loja. Hace más de 50 años, allí funcionó la fábrica de licores Excelsior. Según la Dirección de Planificación del Municipio, es parte del inventario de arquitectura selectiva por su valor patrimonial. Su construcción data de 1821.
Sin embargo, la realidad que actualmente se vive allí es otra. Los moradores cuentan que vagabundos y consumidores de narcóticos se refugian en la casa por las noches. También quienes se dedican a asaltar en la vía pública. Vulneraron las puertas y el sitio se ha convertido en un botadero de toda clase de desperdicios.
A lo largo de la avenida 24 de Mayo y sus alrededores se ubican trabajadoras sexuales. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
La preocupación es mayor porque en ese lugar funcionan dos escuelas, cuyos alumnos son vulnerables a ser víctimas de atracos. Desconocidos les arranchan las mochilas o lo que llevan a la mano. Un morador cuenta que, hace unos 15 días, una pareja fue víctima de un asalto violento.
Con un cuchillo, trató de quitarles la billetera. Forcejearon hasta arrebatársela y huir. “El joven le gritó que, por lo menos, le devolviera los documentos y los arrojó sobre la calzada”. Asimismo, a otra vecina le robaron el celular mientras se dirigía a su vivienda.
Ellos coinciden que los atracos de ese tipo son comunes a cualquier hora. Lo mismo ocurre en la intersección de la avenida 24 de Mayo, frente al monumento del Cóndor y puntos aledaños como el barrio La Victoria. El propietario de un local señala que los robos ocurren todo el día. “Se mueven entre cinco o seis personas. Unos hacen de campaneros y otros asaltan a las víctimas”.
Observan a quienes pueden hacer daño. Los siguen hasta robarle y escapan. Asimismo, gente que consume licor artesanal ocasiona peleas. “La venta de droga está a la vista de todos y eso que acá hay una Unidad de Policía Comunitaria”, señala uno de los moradores.
Otra preocupación es el trabajo sexual. En la zona circulan niños, adolescentes y personas mayores de 65 años. Lourdes Torres, dirigente del trabajo sexual, asegura que en la 24 de Mayo hay aproximadamente 30 mujeres, la mayoría adultas mayores, que se dedican a esa actividad, pero no causan problemas. Además, dice, ellas no permanecen allí todo el tiempo, sino que salen a laborar en horarios diferenciados.
Ante las quejas de la ciudadanía por la inseguridad, la Policía Nacional ha desplegado varias estrategias para afrontar la problemática en esa zona. Primero identificó al menos cinco lugares en donde se elabora y expende licor artesanal. El objetivo es intervenir y cerrarlos definitivamente junto con la Comisaría Cuarta de la Intendencia.
“También la disposición es retirar a los libadores e incautar ese licor, porque conlleva a riñas con desenlace fatal”, manifestó el capitán Giovanny García Mantilla, comandante policial del Circuito Panecillo.
El oficial señala que otro de los inconvenientes es el robo contra los conductores. El momento que se genera tráfico vehicular en el sector de San Roque, los delincuentes aprovechan para cometer el delito.
Según la Policía, los operativos incluyen intervenciones en las casas abandonadas del barrio de San Sebastián. El Circuito Panecillo cuenta con 60 uniformados, cinco motos y siete patrulleros. “El trabajo sexual no causa problemas”, precisa el oficial.