Ciudadanos venezolanos piden caridad en el Centro Histórico de Quito. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Algunos desconocen los nombres de las calles Venezuela, Sucre y Bolívar y que se trata de homenajes a próceres de su país que lucharon por la independencia de cinco naciones hace varias décadas. Pero un grupo de venezolanos pide ayuda a los transeúntes ahí junto a sus hijos, familiares o amigos.
A otros, en cambio, les parece irónico pedir dinero en un lugar que lleva el nombre de su patria, la cual abandonaron por la crisis económica y humanitaria. Lo único que anhelan es conseguir dinero para comprar comida y alquilar una habitación. Son llaneros que arribaron hace pocos días a Quito y desean quedarse para trabajar, pero mientras consiguen un empleo, piden caridad en la calles.
Son aproximadamente cuatro familias que en estos días se han ubicado en esas calles. Acuden allí desde temprano y reciben la ayuda de quiteños caritativos. Otros ciudadanos les dicen que busquen empleo y les viran la cara.
Yennymar Mendoza, de 23 años, llegó hace tres días junto a su hijo, Yeiberson, de 10 meses. La mañana de este martes 21 de agosto del 2018, ella pedía dinero junto a un restaurante ubicado en la intersección de la Venezuela y Sucre. En una bolsa de tela guardaba las monedas. La gente se le acercaba para ayudarla: “Toma para que le compres la leche al guagua”, le dijo una mujer adulta mayor. “Hija, utiliza bien el dinero”, señaló otra señora.
“Yo me quedo en Ecuador”, comentaba luego Yennymar. “Ya no tengo a donde ir con el niño (…) Dormimos en un hotel en donde nos ayudan, Yeiberson está resfriado. No tengo esposo, porque me abandonó cuando estaba embarazada”, manifestó.
Ciudadanos venezolanos piden caridad en el Centro Histórico de Quito. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En promedio, cada día reúne USD 20. Con esa cantidad, ella compra comida, utensilios de aseo y paga la renta de una habitación. La acompaña su hermana Keyla, de 30 años, quien pide caridad junto a su pequeña Paola, de 11.
“Con el dinero nos alcanza para comer”, dicen. Ambas desconocían que en el Centro Histórico existe el albergue San Juan de Dios, el cual recibe diariamente a decenas de migrantes. Pero tras enterarse dijeron que irían en la noche para descansar allí.
En Venezuela, hacían tareas de limpieza en una escuela. El sueldo no les alcanzaba para subsistir y por eso decidieron migrar a Ecuador.
En el Centro Histórico incluso hay personas con discapacidad que piden ayuda. Yoselyn Matos, de 24 años, no puede caminar y se moviliza en una silla de ruedas. Se accidentó en una motocicleta tras ser embestida por una buseta en Trujillo, una ciudad localizada al oeste de Venezuela.
Lleva ocho meses sin caminar y no pudo someterse a la cirugía que requería, debido a la crisis que hay en su país. Un familiar le prestó la silla de ruedas en la que se moviliza, pero ya está destruida. Ella pide dinero, junto a su esposo y su hija de un año de edad, una cuadra abajo de la Plaza de la Independencia. “Dormimos en hoteles y si no podemos hacerlo nos quedamos en la calle, en el sur. Somos unos 20 entre niños y adultos. Dormimos en cartones”, relataron.
José Torrealva busca trabajo en Ecuador desde hace cuatro días. Cuenta que la gente les ayuda con comida y monedas. Al principio quería irse al Perú, pero es difícil.”Allá la cosa está peor. No se consigue empleo. Hay mucho venezolano”.