No es extraño que en un semáforo de Quito se acerque un vendedor a ofrecer juguetes, limpiaparabrisas, franelas, accesorios para celular y otros objetos.
Pero en Navidad, este mercado ambulante también se viste de rojo, blanco y verde. Nery Chávez vende productos de distinto tipo durante todo el año. En esta temporada ofrece pequeñas figuras de Papá Noel para pegar en el parabrisas de los autos, por USD 1. El comerciante portovejense dice que el negocio está por los suelos. “Pero estas cositas a veces levantan un poco la venta. Eso es lo que interesa”.
Chávez se dedica a este tipo de ventas desde hace 20 años. “Uno no tiene título de bachiller, así es difícil que le den trabajo. Pero con mi negocio doy de comer a mis hijos de 11 y de 12 años. Mi mujer también trabaja”, dice.
El hombre aprovecha el semáforo en rojo para ofrecer sus productos a los conductores. Dice que no hay una hora fija para vender, pero sí hay días de suerte. Diciembre empieza para él con el expendio de adornos navideños. Pero en esta semana ya ofrecerá juguetes que funcionen a pilas para regalar a los niños.
En otros sectores, como la Naciones Unidas, la Amazonas, la 10 de Agosto o la Patria, también abundan los vendedores. En esta última avenida trabaja una mujer que prefiere no decir su nombre. Usualmente ella se dedicaba al comercio en el Centro Histórico. Cambió de lugar luego de que el control de ventas ambulantes en el sector aumentara. Ahora solo va al Centro para comprar al por mayor.
Desde el año pasado ha optado por ofrecer ropa para perros. “Ya no hay qué vender. Ahora me dedico a estas cosas para ver si me gano la vida”. La mujer sujeta a un perrito blanco disfrazado de Papá Noel. Los transeúntes se entretienen al ver a la mascota con gorro, saco, pantalón y hasta zapatos. El ajuar completo cuesta USD 10. La vendedora sale a este sector todos los días junto con su hijo de 4 años.
El niño también quiere ponerse navideño y le pide a la madre que le compre un gorrito rojo. Edwin Pérez los ofrece por USD 1. Estos tienen estampados blancos con mensajes navideños, figuras de ángeles, pesebres y San Nicolás. Pérez se unió al batallón de vendedores porque se quedó sin trabajo. Es chofer profesional, y al quedarse desempleado fue a buscar qué ofrecer. “Hoy salí a vender por primera vez. Por necesidad uno se dedica a lo que sea para sobrevivir”.
Avanzando hasta el Centro se puede encontrar además artesanos ofreciendo sus productos adaptados a la temporada. Luis Eduardo Rivera vino al país desde Quindío, Colombia. Luego de aprender sobre dibujo técnico empezó a inventar pequeños adornos hechos a base de ladrillo, vidrio líquido, resina y porcelanicrón. Tiene tráileres, camiones, tanqueros, casas, barcos, pozos… y en diciembre ofrece chimeneas con pequeños noeles y también pesebres.
Atiende en “el almacén agáchese”, una caja de cartón que apoya en las veredas para mostrar sus obras a los clientes. “Aquí es el único lugar donde se pueden ofrecer estas cosas baratas”. Sus artesanías cuestan entre USD 2 y 5.
Rivera va en bus desde La Bota hasta el Centro, todos los días. Llega a las 10:00. Sus artículos navideños los vende antes del mediodía. Los clientes regatean el precio, pero el artesano no cede. “Este es un trabajo duro y de paciencia, y el arte es más viejo que yo. Eso cuesta”, dice riendo. Al final, la gente paga lo que él pide, sin protestar más.
En un garaje de la García Moreno trabaja Victoria Salazar. La mujer vende normalmente porciones de zanahoria, remolacha y otras hortalizas y vegetales. En diciembre baja al Centro para vender figuras para el pesebre. “Tengo Niñitos de USD 1 y 2, parejas de San José y la Virgen, a USD 12. Tengo los Reyes Magos, los pastorcitos, los animalitos, de todo tengo mi señorita”, dice.
“Un señor del almacén de la esquina, Dios le pague, me deja ponerme aquí adentro desde hace dos años. Si me pongo en la calle me quitan los municipales”, cuenta Salazar.
El Municipio no tiene un registro exacto de cuántos vendedores informales se instalan en las esquinas de los semáforos. Pero en esta época es evidente el aumento de comerciantes, especialmente donde no hay control.