A las 00:02 del sábado 12 de abril de 2025, las autoridades recibieron una alerta: una roca cayó sobre una vivienda en Guápulo, en el norte de Quito. Más tarde, se conoció que se trataba de la casa de Mariana Fernández de Códova, escultora y arquitecta. En ese momento, ella descansaba en su vivienda de cemento, adobe y madera. La construcción, que había soportado el paso del tiempo y las lluvias, no resistió esta vez.
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¿Cómo ocurrió la caída de la roca en la casa de Guápulo?
Aunque el reporte oficial señaló que el incidente ocurrió a la medianoche, Mariana aseguró que el impacto ocurrió a las 23:00 del viernes 11 de abril. Minutos antes del impacto, escuchó un ruido extraño, parecido a un deslave. Se levantó, se puso las botas y salió para revisar. En ese momento, la roca atravesó su casa.
“Al momento que abrí la puerta y di un paso afuera, la roca cayó en la sala. Me salvé por segundos”, dijo Mariana.
La roca rompió el techo de madera, impactó el piso y rebotó contra la pared derecha del departamento. Dejó una grieta que recorre toda la pared blanca. Bajo la ventana, hay un hueco.
“Cuando cayó se desprendió un pedazo que afectó la cocina. El baño quedó completamente destruido”, contó Mariana. “Corrí para abajo por miedo a que cayera más material de la montaña. Por suerte, no fue así”.
La casa tiene daños en la pared la que la roca estuvo arrimada por cuatro días. Foto: Cortesía.
Los bomberos retiraron ocho metros cúbicos de escombros
Mariana observó cómo los bomberos usaban herramientas especiales y maquinaria pesada para remover la roca. Cargaron los restos en una volqueta. Pese a los daños visibles, la estructura no presenta riesgo de colapso. Un ingeniero de la Secretaría de Seguridad evaluó la vivienda y explicó que estaba construida con un sistema de cadenas en el techo y vigas que la hacían tan estable como un edificio de hormigón.
La roca tuvo que ser fragmentada en pedazos para poder retirarla de la casa. Foto: Cortesía.
Perdió su obra, sus recuerdos y su renta por la roca que cayó en su casa en Guápulo
Mariana no resultó herida, pero perdió esculturas, cuadros y piezas que había conseguido a lo largo de su vida. Tampoco contaba con un seguro. Invirtió sus ahorros en la casa y en su obra. Ahora vive en una de las habitaciones que antes destinaba al arriendo. Esa fuente de ingreso también desapareció.
‘Esta roca me cambió la vida, pero sigo viva’
Mariana explicó que la caída de la roca le cambió la vida. No solo perdió sus pertenencias más valiosas. La falta de apoyo institucional y la incertidumbre sobre su futuro. Aun así, mantiene la esperanza de que el Municipio de Quito le ayude a recuperar parte de lo perdido.
“Esta roca no solo me quitó mis pertenencias más preciadas. Me cambió la vida. Pero estoy viva, y eso es lo que importa”.
Guápulo tuvo un deslave por las fuertes lluvias una semana antes
El 6 de abril de 2025, una semana antes del incidente de Mariana, un deslave en Guápulo afectó a una vivienda de tres departamentos. El lodo invadió dos de los pisos, y un árbol cayó sobre la terraza. Tres familias fueron evacuadas, y las autoridades locales advirtieron sobre la creciente vulnerabilidad de la zona. El deslizamiento de tierras evidenció la saturación de los taludes debido a las intensas lluvias, dejando al menos 60 viviendas en riesgo.
El área de Guápulo enfrenta un peligro constante debido a su ubicación geológica. Los taludes en estas áreas, muchas veces inestables, no solo están afectados siendo por las lluvias, sino también por la expansión urbana descontrolada.
En aquella ocasión, Patricia Carrillo, directora de Gestión de Riesgos de Quito, dijo que el deslave fue provocado por las aguas servidas y por la lluvia.
El Plan de Eventos Climáticos 2025-2026: Mapas de riesgo y prevención
Ante el aumento de estos fenómenos naturales, el Municipio de Quito implementó el Plan de Eventos Climáticos 2025-2026, que cubre 321 barrios de la capital. Según el plan, 31 barrios están en áreas susceptibles a inundaciones, 251 a movimientos en masa, y 39 presentan ambos riesgos.
Esta estrategia busca mitigar los efectos de fenómenos climáticos extremos y proteger a las comunidades más vulnerables.
Sin embargo, el Municipio decidió no divulgar un mapa de riesgos detallado de la ciudad para evitar la estigmatización de las zonas vulnerables. A pesar de ello, expertos en gestión de riesgos, como Cristian Rivera, exdirector de la Secretaría de Gestión de Riesgos de Quito, sostienen que este mapa sí existe y debería ser compartido con la población.
“Es un error no divulgar el mapa de riesgos, es irresponsable. En Quito existe un mapa de zonas susceptibles a movimientos en masa e inundaciones con más de 150 áreas identificadas. Guápulo y Conocoto son zonas claramente vulnerables“, afirmó Rivera, quien también subraya que la información adecuada puede ayudar a los ciudadanos a tomar precauciones y mejorar la resiliencia de la ciudad ante estos desastres.
La importancia de las quebradas en Quito: ¿Es suficiente la limpieza para evitar deslaves?
Las quebradas de Quito, que funcionan como canales naturales para el drenaje de la ciudad, desempeñan un papel crucial durante la temporada de lluvias.
Desde el municipio, la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) destinó inversiones anuales para el mantenimiento y limpieza de estas estructuras. Este año, se asignaron 2,5 millones de dólares como parte del Plan de Efecto Climático, destinado a mejorar la infraestructura y prevenir desbordamientos.
No obstante, los expertos, como Cristian Rivera, insisten en que la limpieza de las quebradas, aunque fundamental, no es suficiente por sí sola. “El principal problema radica en la erosión y los deslizamientos de tierra, que no solo afectan a las quebradas, sino a las zonas pobladas adyacentes. Además, las conexiones ilegales y la falta de mantenimiento constante agravan la situación”, advirtió Rivera.
La colaboración ciudadana como clave para la prevención.
La participación ciudadana es otro aspecto crucial para la prevención de desastres. Rivera destaca que la ciudadanía debe asumir un papel activo en la limpieza de las quebradas y el monitoreo de las zonas vulnerables. “Las personas que viven cerca de las quebradas tienen un conocimiento profundo del terreno y pueden ser parte activa en la gestión de riesgos, informando al municipio sobre cualquier problema que detecten”, comentó.
Además, Rivera sugirió la implementación de un sistema de guardianes de las quebradas, similar al sistema de vigilancia en la gestión de incendios forestales. Los residentes locales podrían colaborar con las autoridades durante la temporada lluviosa para reducir el riesgo de desbordamientos y graduales.
El experto insiste en que la solución a largo plazo requiere de obras estructurales adicionales, como la construcción de colectores de agua y la implementación de sistemas de alerta temprana que permitan monitorear las quebradas y actuar rápidamente ante cualquier eventualidad.