Hay que caminar despacio, casi de puntillas. El sonido de las hojas secas al ser pisadas advierte a las 98 especies de aves que habitan en la reserva Bellavista, ubicada en el valle de Tandayapa, sobre la presencia humana. También hay que hablar en voz baja o es preferible comunicarse con señas. La idea es hacer el menor ruido posible para no interrumpir la actividad normal de las aves.
Son las 06:00 del pasado jueves, los rayos de sol ingresan por los espacios que hay entre las ramas de los árboles que flanquean uno de los 19 senderos de la reserva . Los sonidos del bosque atraen. Se escuchan, con facilidad, los silbidos de los pájaros.
Mientras un grupo de turistas canadienses busca con ímpetu captar con sus cámaras y binoculares a una especie nativa de este sector del Distrito, Andrea Molina, una de los cuatro guías especializados que hay en Bellavista, se detiene y escucha con atención un sonido que se asemeja a unos golpes sobre una puerta (toc, toc, toc). “Hay un pájaro carpintero, ese es su sonido”, asegura.
Tadeo Eluey camina y apunta sus binoculares a la copa de un árbol y divisa al pájaro. El canadiense se queda inmovil y sonríe. En minutos, el carpintero emprende el vuelo y se pierde entre la vegetación. Tras una hora de caminata, se llega a un mirador ecológico. Molina comenta que para mirar las aves hay que tener paciencia.
Durante 20 minutos, ella y el grupo permanecen en el mirador. Inesperadamente, un pinchaflor enmascarado (mirar fotografía) se posa en la rama de un árbol, cerca al pasamanos del mirador. Sigilosamente, los turistas sacan sus cámaras para lograr fotografiarlo. A la pequeña ave parece no molestarle los flashes.
Camina por la rama, vuela un poco y vuelve a posar. En otra rama, un poco más alto está una tangara dorada, Su pecho amarillo brilla con la luz del sol y al extender sus alas azules es inevitable no conmoverse por su belleza.
Flavio Fernández, administrador, comenta que la reserva tiene una extensión de 700 hectáreas. Hay servicio de hospedaje y alimentación. Todos los días se realizan tres caminatas: La de las 06:00 es para ver aves, las de las 09:00 y las 15:00 son ecológicas.
A 18 kilómetros de Tandayapa está la reserva de Yanacocha, ubicada a 2500 metros de altura. Este sitio es el hogar del ave emblemática de Quito: el zamarrito pechinegro. Esta ave y 17 especies de colibríes se pueden observar en el jardín de picaflores.
Para llegar hay que caminar tres horas (ida y vuelta). Especies como el colaespatula zamarrito se pueden observar con facilidad.
En una parte de la reserva hay un comedero para gralianas. Luis Hipo, guardabosques, es el encargado de alimentar a una pareja de esta especie. En una botella de plástico guarda algunas lombrices. Llega hasta el comedero, chasquea sus dedos y las aves descienden y caminan por la tierra. No son tímidas, los pasos y las voces humanas no las alertan, parecería que se acostumbraron a la presencia humana.
La entrada a la reserva cuesta USD 3 para turistas nacionales y USD 15 para los extranjeros.
Al otro lado de la urbe, en el sur oriente, está el mirador Tambo Cóndor (el descanso del cóndor). Allí, a partir de las 17:00, los 16 cóndores registrados por Vladimir Ushina, administrador del lugar, llegan hasta sus dormideros.
Para ver una de estas aves es necesario tener buena vista o ayudarse con binoculares o un telescopio. La caminata por este páramo andino dura 30 minutos. Son las 17:30, el viento sopla con fuerza y el sol empieza a ocultarse. Antes de llegar al mirador, Ushiña ve dos cóndores. Con un largavistas los sigue hasta sus dormideros.
Según datos del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales y el Ministerio del Ambiente, en el Distrito Metropolitano de Quito se registra 545 especies de aves.
Otros sitios
El Jardín Botánico, ubicado en el parque La Carolina, cuenta con tres senderos ecológicos en los que se puede observar 60 especies de aves. Una de ellas es el colibrí cola larga.
En el parque Itchimbía hay un sendero entablado. Allí es fácil observar mirlos. Otra de las especies que habita en el sector es el halcón pequeño.
En los parques metropolitanos del norte y del sur se puede ver gran variedad de aves como el pájaro carpintero.