De tin marín de do pingüé, cúcara, mácara, títere fue, yo no fui, fue Teté, pégale, pégale que ella fue. En el tema del Metro cabe como anillo al dedo esta canción infantil. Tras generar en los quiteños la idea de tener este “moderno” sistema de transporte pasamos a la etapa de cuestionamientos, críticas y señalamientos de culpables o, por lo menos, responsables de que la obra no arranque.
Luego de un silencio que bordeó los siete meses, como fue su ofrecimiento, el exalcalde Augusto Barrera pasó a realizar fuertes declaraciones sobre este sistema de transporte, cuestionando los montos propuestos por los oferentes y las acciones del alcalde Mauricio Rodas.
Las sonrisas “políticas” vertidas en la inauguración de la Ruta Viva tuvieron una efímera vida.
Barrera ve que el incremento de los costos del proyecto se da por la ampliación de los plazos para la construcción de la obra (de 36 a 42 meses), principalmente. También en ciertas permisiones que se dieron a los oferentes. En Radio Quito, ayer, habló de este y otros temas; incluyendo la ratificación del apoyo del Gobierno Nacional al proyecto, así como su voluntad de dialogar, dejando atrás declaraciones en las que hizo referencia a la falta de liderazgo en el proyecto.
La contraparte de los cuestionamientos se instala en el mismo Municipio. Hay voces que desentonan con las declaraciones del actual Alcalde y que aparecen de su propia alianza. Antonio Ricaurte por más de una ocasión se ha referido a los problemas que enfrenta este proyecto.
Rodas ha puesto lo suyo; sus observaciones y cuestionamientos se han enfilado a que los estudios no están acordes con los precios de los oferentes y que no se contemplaron los seis meses de prueba.
Hasta saber quién fue (léase culpable de lo que está pasando o ver una real solución), el tiempo pasa; mientras tanto habrá que ir a jugar el ‘De tin marín’, talvez en las estaciones de La Magdalena o de El Labrador. Ahí hay espacio.