En la calle Alejandro Ponce Borja se encuentra de todo tanto en locales cuanto en la vía pública. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En Carcelén, los negocios conviven con las ventas informales que ganan terreno. Desde hace una década este sector se convirtió en zona comercial con todos los beneficios y perjuicios que esto representa.
En la calle Alejandro Ponce Borja, entre Clemente Yerovi y Francisco del Campo, se encuentra de todo tanto en locales cuanto en la vía pública: zapatos, ropa, comida y adornos para la casa son algunos de los artículos que se ofertan a lo largo del día; pero en el caso de los comerciantes no regularizados su presencia es más visible a partir de las 17:00 hasta cerca de las 21:00, dependiendo del día.
Incluso en esta vía se ubican vehículos desde donde se ofertan diferentes artículos o, los comerciantes, simplemente colocan en el piso la mercadería para ofertarla. David F. vende ropa.
Después de la reubicación de los comerciantes del Comité del Pueblo, decidió trasladarse hasta Carcelén. “No se vendía mucho en el Comité así que vinimos acá porque necesitamos trabajar”, dijo.
Lo locales comerciales no están de acuerdo con la actividad de quienes ocupan las aceras. Para Diana Chiriboga es una competencia desleal. “Hemos pedido al Municipio que los reubique porque afectan la imagen del sector y las ventas de los locales”, dijo.
Los comerciantes ubicados en la vía pública son conscientes de la molestia que pueden generar. No tienen como objetivo mantenerse en el lugar y también esperan una reubicación en un sitio donde puedan trabajar; pero que al mismo tiempo les den las condiciones básicas para realizar su actividad.
Para moradores como Rocío Velasco, las ventas han dinamizado el sector. “Esta calle antes era botada. Más bien las ventas hacen que haya gente”, dijo. Lo que pidió es que la Administración Zonal ordene de mejor manera a las ventas.