Mi mente fue mi enemiga, pues fui su esclava. Por muchos años fui libre de estar presa de mí misma, que ironía. Así transcurrían los días hasta que un día decidí ser libre de verdad.
Me propuse ayudarme a mí misma y así como fui libre de estar en la obscuridad, luego decidí que quise ser libre y ver la luz al final de un largo túnel.
En mi caso, una patita salvadora me devolvió la vida, me rescató de un problema de anorexia y bulimia, así pude ser libre.
Le agradezco a Dios por su sabiduría y mandarme a mi ‘osito’, un perro pastor belga que cuido como mi mascota.
Lo que más amas te ayuda a ser libre responsablemente.Ahora, yo vivo sin restricciones y cada día estoy convencida de que la felicidad depende de mi mente. Si no te sientes bien contigo mismo no eres libre.
Es importante que cada persona sea uno mismo siempre y en toda circunstancia, sin importar el qué dirán. Mientras no se haga daño a nadie todo es válido. Hay que atreverse a ser libre y darse una oportunidad. Gracias a Dios tenemos la libertad de decidir.