A lo largo de la calle Chile, desde la avenida Pichincha, en La Marín, hasta la Imbabura, en el Ipiales, hay 52 comerciantes. Son vendedores ambulantes que utilizan las aceras de las ocho cuadras para ofertar su mercadería.
Ellos venden pasadores, hilos, agujas, relojes, medicina natural, libros, ropa para perros, perfumes, comidas… Es un micromercado donde se encuentra de todo.
Teresa Guambi vende papas con fritada y tostado. A las 11:05 de ayer, caminaba con sus productos en un canasto, por la Chile, junto al Municipio. Vendía a espaldas de los policías metropolitanos que vigilaban en el transitado pasaje peatonal.
La mujer, de 55 años, estaba molesta. “Nosotros no tenemos sueldo. Todos los días hay broncas con los policías porque nos quitan nuestras cosas. Gano USD 10 diario y eso no me alcanza para mantener a mis seis hijos”, decía la comerciante riobambeña.
Mario Caiza, vendedor de relojes, fundas para basura y bisutería, también caminaba con cautela por la Plaza Grande. Contaba que llegó a la ciudad hace un año y medio. Lo hizo porque no le alcanzaban los USD 8 para mantener a sus siete hijos. Emigró a Quito por invitación de un cuñado, quien le informó que vendiendo en las calles de la capital se puede ganar hasta USD 15 diarios.
Caiza, de 42 años, prefiere el centro por la alta afluencia de personas. El Municipio calcula que más de 10 000 personas transitan a diario por la Chile. “Hay que andar pilas con los policías. La calle es buena para vender. Es la única fuente de ingresos que tengo. Subsisto y mantengo a familia con lo que vendo aquí”.
Según un informe del Municipio, desde el 2008, se registró un incremento de vendedores informales, con la aprobación de la Ley del Comercio Autónomo, en la Asamblea Nacional.
Carlos Castellanos, presidente de la Federación de Comerciantes Minoristas de Pichincha, afirma que tras la promulgación de la Ley y la Constitución del 2008, la administración municipal no ha trabajado con agilidad en una normativa clara y en políticas que faciliten la regulación y el ordenamiento de los vendedores autónomos en el Distrito.
En la anterior administración municipal, entre 1999 y el 2003 se elaboró el Plan Operativo del Comercio Informal. Así se logró reubicar a más de 10 000 comerciantes en alrededor de ocho centros comerciales populares. Castellanos cree que un gran porcentaje de esos vendedores decidió volver a las calles por los bajos ingresos en sus ventas.
Martha Jami, de 46 años, vendedora de frutas, es una de ellas. Fue reubicada en el Centro Comercial Montúfar hace siete años. Desde hace ocho meses prefiere caminar por la Chile vendiendo sus tomates y duraznos. Así logra ganarse USD 8 diarios para educar a sus tres hijos.
No hay una estadística exacta de cuántos informales venden solo en la calle Chile. En un diagnóstico de la Secretaría de Desarrollo Productivo del Cabildo se registraron 5 360 comerciantes, que ocupan las calles de cinco administraciones zonales.
Eddy Sánchez, concejal integrante de la Comisión de Comercialización, asegura que los vendedores registrados en este estudio son nuevos, que llegaron a la ciudad en los últimos años.
“El incremento de comerciantes en las calles del centro se debe al aumento del desempleo”.
Las ordenanzas 021, 121 y 129 norman el uso del espacio público, la regulación de los comerciantes y el orden en el Centro Histórico. Sánchez reconoce que estas normativas ya no responden a la realidad actual que se vive en el casco colonial.
Según el diagnóstico del Cabildo, de los 5 360 comerciantes registrados, el 64,3% (3 449) son mujeres. Solo el 4,3% (231) está afiliado al Seguro Social.
Para Sánchez, uno de los problemas es que en la actualidad está prohibido el decomiso de los productos. La semana pasada, en la calle Chile, quitaron a María Alulema un canasto con duraznos. Ella invirtió USD 6 y aspiraba a recolectar USD 10 en dos días.
A pesar de los controles, la ocupación de las calles y veredas por parte de los comerciantes es permanente. Ayer, a las 10:40, se escuchó tres veces la advertencia de los metropolitanos para que se retiraran los cuatro vendedores que caminaban por la Plaza Grande. Los uniformados hacían sonar un silbato en señal de advertencia.
Carlos Maldonado, comandante de la Policía Metropolitana, explicó que se asignan 200 policías para vigilar el centro. “Antes de los decomisos se les pide verbalmente que se retiren. Si no obedecen, les piden por escrito”.
Solo los comerciantes de la tercera edad y personas con discapacidad tienen permisos para ocupar zonas determinadas de la calle Chile, en el Centro Histórico.
El alcalde Augusto Barrera aseguró que se impulsará una intervención integral en el Centro Histórica. Su propuesta es promover la vivienda, para encontrar otro filo de fortalecimiento del sector.
Pasadas las 12:00, en las calles Chiles, Benalcázar, Guayaquil y García Moreno proliferan los vendedores de comidas. Ofrecen espumillas, pastas, dulces y mote.
El movimiento de informales se evidencia hasta las 19:00. Luego, es difícil encontrarlos.
Una nueva ordenanza
Los dirigentes de los comerciantes se reúnen cada semana para redactar una nueva ordenanza que regule el comercio informal en las calles de la urbe.
Los concejales de la Comisión de Comercialización calculan que la nueva ordenanza estará lista en agosto. Regulará el trabajo y obligará la carnetización de los comerciantes.
Los vendedores ambulantes de los buses iniciaron ayer un curso de capacitación en ventas y atención al público con la empresa municipal ConQuito.
Luego de la marcha de los comerciantes informales, del pasado 3 de mayo, se resolvió redactar la nueva ordenanza municipal para el Distrito.