Mientras los bomberos intentaban sofocar el último reducto del fuego en Puembo, recibieron la alerta de que en Cunuyacu las llamas arrasaban con la vegetación y ponían en riesgo a las casas del sector. Un grupo se trasladó con la intención de apagar el nuevo incendio y se encendió otra alerta: ahora era en el Parque Metropolitano.
Era el mediodía de ayer y a esa hora corría la noticia de que ya estaba controlado el siniestro en Miravalle 3, que se inició en la noche del miércoles. Más tarde, pasadas las 16:00, hubo reportes de llamas en Lumbisí. Los incendios acechan a la capital y el trajín de los bomberos es más intenso.
[[OBJECT]]
Los fuertes vientos de verano, la sequedad del suelo y la presencia de pirómanos son las principales causas. Los últimos siniestros han complicado las tareas de los socorristas, porque se han iniciado en sectores inaccesibles. Un ejemplo es lo que ocurrió ayer en la quebrada del Guambi, en Puembo. Las llamas ya casi habían desaparecido y al mediodía se reactivaron porque al único foco que quedó activo, en el pie de la quebrada, no llegaba el agua que los bomberos esparcían.
El viento actuó más rápido y avivó el fuego. Una línea de 300 metros de largo, ladera abajo, formaron ayer los ocho bomberos con diferentes mangueras. Esta fue la estrategia para llegar a la zona más baja de la quebrada del Guambi, en Puembo.
Vestidos con overoles rojos y amarillos, cascos y algunos con mascarillas, descendieron por la empinada ladera. La colaboración de seis trabajadores de la empresa Pronaca fue importante, porque no contaban con más personal, debido a los otros incendios que se registraron en el Distrito.
[[OBJECT]]
Todos se sujetaban de las mismas mangueras cuando bajaban, porque el terreno estaba frágil y la vegetación estaba quemada.
La gran mayoría de siniestros forestales son apagados a mano con rastrillos, palas, machetes y hierbas. Así lo afirma Raúl Parra, director de siniestro del Cuerpo de Bomberos de Quito.
Según él, la topografía del suelo (que dificulta el ingreso) y las pendientes de las quebradas que son de hasta 90 grados hacen imposible que los socorristas descienda con mangueras o autobombas a apagar el fuego.
Parra explicó que los bomberos tienen que caminar entre 3 y 4 horas hasta llegar al incendio forestal, con un equipo compuesto por un overol amarillo, botas de cuero con punta antideslizante, guantes, casco, mascarilla, rastrillos, palas y picos. Todo el equipo puede llegar a pesar 40 libras.
“Las mangueras son de 15 metros y pesan entre 25 y 30 libras. El bombero tendría que llevar varias mangueras para unirlas en el camino y eso es muy fuerte, pesado y peligroso. Además, se demoraría mucho más en llegar al incendio”, sostiene Parra.
En este verano, los bomberos han apagado 1990 incendios en el Distrito y durante agosto recibieron un promedio de 33 llamadas diarias que alertaban sobre la presencia de las llamas en laderas, pastizales y páramos.
La acción comunitaria ha sido importante para controlar el fuego. En Cumbayá, los vecinos abrieron el sistema de riego para que el agua sofocara el incendio y un grupo de albañiles que trabajaba en la zona arrojó tierra. A las 16:00, las llamadas de alerta seguían. La última: en Lumbisí.
Otros siniestros
[[OBJECT]]
A las 16:00 de ayer, se reactivo con fuerza un incendio forestal en el sector de Lumbisí. Según datos del Cuerpo de Bomberos, allí unas 100 personas, entre bomberos, miembros de la Policía Nacional y moradores de la zona intentaban apagar el fuego.
Después de el siniestro registrado en Puembo, este es el segundo incendio más grande registrado esta semana. Hasta las 17:00 de ayer, el siniestro no podía ser controlado.
En Luluncoto también se registró otro incendio forestal. Allí, los vecinos tuvieron que actuar en primera instancia, hasta que lleguen los bomberos, que atendían las emergencias de otros sectores.
Los bomberos pidieron a la ciudadanía que denuncie a quienes prenden fuego cerca de las laderas. Hasta ayer fueron detenidas cuatro personas, acusadas de piromanía.
50 bomberos de otras ciudades llegaron ayer para apoyar en la capital.
Punto de vista
Juan Manuel Carrión
Director del Zoológico Guayllabamba
‘En la ciudad se comete un lamentable ecocidio’
Los dantescos incendios forestales que han devastado grandes extensiones de los ecosistemas del Distrito Metropolitano de Quito afectaron gravemente a la fauna nativa. Estas quemas, yo diría que sin precedentes en cuanto a su número y extensión de las zonas afectadas, son un crimen contra la naturaleza; un “ecocidio”.
El Patrimonio Natural de Quito se empobrece, tal vez, en muchos casos, de forma irremediable, pues muchas poblaciones animales, de todos los eslabones que componen la compleja trama que la vida ha tejido en el lento y antiguo proceso evolutivo, difícilmente se recuperarán. Aves como la pigpiga, por ejemplo, un tipo de búho pequeño que habita en el suelo de los bosques y matorrales áridos de Puembo, Checa, Yaruquí, Guayllabamba, Cochasquí, y vive en madrigueras.